“If it was never new, and it never gets old, then it’s a folk song.”
Los hermanos Coen son ampliamente conocidos por su ritmo de trabajo acelerado, siempre con un proyecto bajo la manga. Están constantemente trayéndonos historias excéntricas contadas por personajes aun más excéntricos. Estos dos cineastas son maestros en la elaboración de universos irónicos dentro de las capas de conflictos que conforman sus películas, siempre aderezadas con tintes de comedia y sarcasmo, si no es que ambas. Su firma siempre está más que impresa; uno siempre sabe cuando está viendo una cinta de los hermanos Coen.
El Festival de Cannes podría considerarse como el segundo hogar para estos realizadores originarios de Minnesota; han sido acreedores del premio a Mejor Director en tres ocasiones con Barton Fink, 1991; Fargo, 1996; The Man Who Wasn’t There, 2001, a la prestigiosa Palme D’Or por Barton Fink y recientemente al Grand Prix con su último filme, Inside Llewyn Davis (2013). Para la 68ª Edición del festival, los Coen han sido nombrados presidentes del jurado oficial, siendo ésta la primera vez que dos personas ocupan dicha posición en la historia del prestigioso certamen.
Inside Llewyn Davis (en Latinoamérica Inside Llewyn Davis: Balada de un hombre común) es un acercamiento diferente de lo que los Coen ya han hecho en filmes pasados. Se encuentran inmediatamente esos toques de comedia irónica que siempre pintan sus historias, sin importar si éstas son dramas o comedias. En Inside Llewyn Davis los Coen optaron por drama, pero esta vez abordada de una manera más fresca. Los cineastas saben navegar en ambos campos y lo han demostrado con este último trabajo. Sin embargo, hay un elemento muy especial, uno con el que ya habían trabajado vagamente en otros proyectos, pero esta vez enteramente explorado y ejecutado: la música.
La película sigue la historia de Llewyn Davis, un solitario músico de folk que lucha para sobrevivir económicamente como solista desde que su compañero, con quien compartió algo de fama en el pasado, se quitó la vida. Los Coen eligieron un invierno melancólico como el escenario predilecto de la historia. Llewyn es una persona de gran corazón y pésima suerte; genial combinación para la ironía tan típica de los realizadores. Seguimos muy de cerca sus esfuerzos por llenar el vacío que hay en su vida conforme pierde los estribos: su álbum de solista es rechazado por diferentes sellos discográficos; sus amigos y familiares le donan techo y comida desde que se convirtió en vagabundo gracias a las circunstancias de su trabajo; Jean (interpretada por Carey Mulligan), un resultado nada favorable de lo que alguna vez fue su amor, está embarazada de su hijo y las cosas se tornan desastrosas entre ellos.
Los Coen recuentan su experiencia de casting para el papel protagónico como una muy difícil: estuvieron buscando un actor capaz de adentrarse lo más profundo posible en el personaje (que por cierto es uno muy depresivo) y de tocar la guitarra y cantar con una voz que haga juego con los timbres y tonos de la música folk americana. Oscar Isaac fue la mejor opción para interpretar a Llewyn Davis con el carácter nostálgico y triste que los directores deseaban.
Roger Deakins, director de fotografía y frecuente colaborador de los Coen, no estaba disponible para cuando se pretendía rodar el filme y Bruno Delbonnel abordó la tarea en su lugar. Delbonnel, quien había trabajado previamente con los Coen en su segmento Tuileries del filme colectivo Paris Je T’aime (2006), decidió filmar con una paleta de color grisácea y pálida que le brinda a la película un look frío y rudo, complementando el sentimiento general de la historia.
La banda sonora juega un rol esencial. Dave Van Ronks escribió un par de canciones al mismo tiempo que los Coen se encargaban del guión. Otras de las canciones surgieron de conversaciones entre los Coen y los productores de música Marcus Mumford y T-Bone Burnett. Las canciones se grabaron en vivo conforme se rodaba la película. Hubo grabaciones previas en estudio pero sirvieron más como practica, ya que los directores querían que el reparto cantará al mismo tiempo que filmaban las escenas y así capturar la esencia real de la música.
El orden en que las canciones aparecen en el filme sigue un estilo narrativo en donde se construyen los momentos dramáticos que los personajes afrontan. Todos estos personajes exponen sus sentimientos a través de la música, lo que conlleva a una experiencia de exploración más sutil e integral; no todo se deduce por medio del diálogo como los Coen nos han enseñado en varias ocasiones.
El filme fue muy bien recibido tanto por la crítica como por la audiencia, haciendo del mismo otro éxito en la filmografía de estos hermanos que tanto satisfacen los deseos del espectador que busca transportarse a otro mundo por un buen par de horas.