Well, you’re in your little room
and you’re working on something good
but if it’s really good
you’re gonna need a bigger room
you might not know what to do
you might have to think of how you got started
sitting in your little room
‘Little Room’ de Jack White explora lo que muchos morirían por sufrir, el síndrome del éxito. Es difícil llegar a él, pero es más difícil mantenerlo. Tal vez el coaching y los libros de superación te pueden enseñar que el éxito es un estado mental y cada quien es tan exitoso como lo desee, pero en el mundo del arte las cosas son un poco más complicadas. Alcanzar el éxito supone encontrarte con personas que deben representar tu trabajo, productores, caza talentos y más. “Inside Llewyn Davis” es una de las películas que explora el éxito en el mundo de la música de mejor manera, pero esa es sólo la primera capa de una película con una profunda carga filosófica y reflexiva.
Como si se tratara de una serpiente comiéndose a si misma, “Llewyn Davis” empieza cerca del final, dejando ante nosotros esa idea nietzscheana del eterno retorno. Cantando, bebiendo y charlando; Llewyn Davis (protagonizado de forma magistral por Oscar Isaac) está en su hábitat natural: un bar de folk en el que a veces toca por propinas, el sueño de muchos, tocar en los bares de Nueva York, para él ya no representa algo excitante. Entre guitarras, canciones y golpes la historia nos lleva al pasado a ver cómo es que aunque lo intentes, no puedes evadir al destino.
Años de trabajo con su mejor amigo tirados a la basura desde que él salió de la escena musical. Ahora Llewyn Davis está solo y a pesar del talento, parece que la música folk no tiene oportunidad de brillar más allá de la escena underground, esto lo aprende de mala gana, por ejemplo, cuando graba una canción bastante mala, tanto que en lugar de aceptar regalías prefiere doscientos dólares sólo para después escuchar que la canción será un éxito gigantesco.
Es una película para perdedores y resignados, pues todos tenemos algo de Llewyn Davis dentro de nosotros. Hacemos lo posible por mejorar, por crear algo que conmueva pero también transforme a las personas y sobre todo, nos deje dinero para sobrevivir. La idea de que del trabajo surge el éxito resulta ser una absurda concepción en esta cinta, pues el indiferente universo rige la vida de Davis y el resto de los personajes. La novia de su mejor amigo embarazada de él, se entera que tiene un hijo que no sabía que existía en otro pueblo, un manager que no le da regalías ni nuevos shows… la lista continúa y Davis aprende de cada lección pero no hace el mínimo intento por cambiar las cosas.
A primera instancia podemos notar que Davis no es una buena persona, tal vez acepta pagar un aborto, pero consigue el dinero de forma dudosa, solamente se acerca a su familia para conseguir dinero y tanto pierde como abandona gatos a su suerte sin mirar atrás. Pero es que los hermanos Coen hicieron de Llewyn Davis uno de los personajes más complejos de toda su carrera. No es un héroe ni antihéroe, recorre la linea de la tragicomedia y en su viaje podemos encontrarnos reflejados todo el tiempo, pero siempre con la frase en los labios apunto de decir “pero yo nunca haría algo así”.
Un músico amante del folk en el Nueva York de los años sesenta, imposible no encontrar la referencia al más reciente Nobel de literatura. La atmósfera de la película es esa que cualquiera ama en la música, una lucha del hombre contra su destino, pues sabe que más allá de lo mundano, de vivir en la rutina de un trabajo estable y un lugar al cual llamar hogar, está la idea de alcanzar la inmortalidad a través de la música.Por que en la vida real el éxito no es certero, las películas terminan cuando éste llega y esperan que creamos que después todo mejora. Llewyn Davis pudo vivir de su fama antes de que iniciara la película, pero ahora, con un disco de solista que simplemente no se vende, tiene que enfrentarse a un sueño que se hunde en la oscuridad del mar como si se tratara del Titanic.
Según Hollywood, debería ser así: dolor + talento + práctica = éxito. Pero los hermanos Coen hacen de su personaje un chivo expiatorio que se mueve como Sísifo, empuja y empuja una piedra sólo para regresar al mismo lugar y la única opción es volver a empujar esa piedra esperando que algo sea diferente.
No es revolucionaria, simplemente se trata de una de las mejores películas que el siglo XXI ha visto. Es en lo pequeños detalles que la cinta se vuelve realmente melancólica y que le damos una apología a un músico que si bien tiene buenas intenciones, Llewyn Davis las arregla para olvidar el hecho de que tiene un hijo que no conoce, para dejar a un hombre con una posible sobredosis abandonado en un carro en medio de la carretera o para dejar a su familia y sólo buscarla por dinero.
La película está en Netflix para que la disfrutes y después comprendas por qué es una de las mejores películas de los últimos años. Aquí puedes ver por qué cinematográficamente es una obra de arte, pues si algo pueden hacer los hermanos Coen es contar una historia original para cine de forma magistral usando todos los elementos necesarios. Ni uno más, ni uno menos.
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Fuente: Indiwire