La ópera prima del francés Dominique Rocher: La noche devoró al mundo —cuyo título original es La nuit a dévoré le monde— es una adaptación de la novela homónima del escritor Martin Page, publicada en 2005, y retoma el subgénero zombie con el inconfundible sello galo, donde a través del sigilo de sus decorosas criaturas, se aleja de la sangre y las eternas persecuciones, para intentar sugerir el estado emocional del solitario protagonista, más allá de explicar el por qué de la situación apocalíptica.
El relato comienza en la ciudad de la luz con Sam —interpretado por Anders Danielsen Lie—, un joven que encara la desolación tras una ruptura amorosa. Después de reunir el valor para volver al lugar donde alguna vez fue feliz para recuperar unos cassettes, se encuentra con que su ex novia está dando una fiesta en compañía de su nuevo amor y algunos amigos. Abrumado por la situación y a punto de marcharse sin lograr su objetivo, Fanny —interpretada por Sigrid Bouaziz— le pide que vaya al estudio para que puedan hablar en privado y recoja sus anheladas cintas. Obedeciendo la orden, alguien lo golpea accidentalmente en la nariz, por lo que se encierra en la habitación junto a sus cintas para reponerse, pero la espera, que se demora más de lo normal, hacen caer a Sam en un profundo sueño.
Al despertar, se da cuenta que el departamento fue el escenario de una sangrienta batalla, y que todos se han ido. Desorientado, rápidamente se da cuenta que las calles y el edificio están llenos de zombies, obligándolo a protegerse y organizarse inmediatamente en uno de los departamentos, si es que desea sobrevivir a tan inesperada plaga.
Es imposible no acordarse de otros sobrevivientes como Robert Neville en I Am Legend, Gerry Lane de World War Z, y hasta Jim de 28 Days Later, todos ellos con una meta en común: sobrevivir. Luchando sabe Dios contra qué terroríficas criaturas, el hombre de La noche devoró al mundo pareciera ser una versión extendida de Meursault —el personaje principal de la novela El Extranjero de Albert Camus—, una especie de misántropo al que no le interesa mucho mejorar su estado actual y decide ir solucionando sus problemas conforme se le vayan presentando.
Y para darle un respiro a su inexorable locura, el giro inesperado es la aparición de Sarah —la iraní Golshifteh Farahani—, una providencial mujer, un fallido revés que materializará sus más recónditos demonios.
Como ya es costumbre en el cine francés La nuit a dévoré le monde resulta inteligentemente prolija. El ejercicio de Rocher es mucho más intimista, y sin lugar a equívocos, es un tratado que profundiza y reflexiona acerca de la depresión; ese hoyo profundo del que muy pocos logran zafarse, sin importar que el apocalipsis zombie se esté librando afuera.