Aunque no lo creas, “Toy Story”, la aclamada primera película de Disney Pixar, ya está cerca de cumplir los 30 años (festeja su cumpleaños 28 este enero del 2023), y aunque ya pasó el tiempo y se le añadieron 3 secuelas más, el largometraje no pierde valor ni vigencia, sobre todo por las lecciones de vida que nos dejó.
No obstante, hay enseñanzas de “Toy Story” que seguramente no comprendiste cuando eras niño, y que puede que ahora de adulto las necesites más que nunca, como un impulso para seguir adelante y entender que, aunque la vida no es perfecta, siempre es mejor cuando se disfruta con alma de infante.
1. Acéptate tal cual eres

Todos hemos escuchado la frase “si la vida te da limones, haz limonada”, y “Toy Story” tiene una forma sutil para enseñarnos que esa misma lección: cuando Woody le dice a Buzz que debe entender que es un juguete y no un verdadero guardián espacial, fue un shock para él aceptarlo, pero al final comprendió que no tenía por qué estar triste por ello.
A veces, todos quisiéramos ser algo o alguien que no somos, y tener vidas que no tenemos, pero eso no es realmente malo: somos lo que somos y debemos agradecer por ello, ya que no hay dos como nosotros a pesar de que existan demasiadas personas allá afuera (o juguetes similares, como en el caso de Buzz).
Cuando aprendemos a estar en paz con nosotros mismos y a aceptarnos como somos, empieza la verdadera transformación: el trabajo duro para definir aquello que queremos ser, tomando en cuenta nuestras limitaciones y, por supuesto, nuestras habilidades.
2. El cambio es inherente e inevitable

La vida es efímera, y nada se queda como está para siempre. Eso es algo que a Woody le costó comprender al mal acostumbrarse a tener la atención eterna de Andy y a ser el centro de atención de todos los juguetes, pero cuando llega un nuevo “favorito” él simplemente no lo puede soportar.
Tampoco logra comprender cómo es que pasó de estar en lo más alto a lo más bajo, aunque la realidad vista por los espectadores es un tanto diferente a la de él: nunca estuvo en lo más bajo; simplemente, el amor de Andy por sus juguetes abrió un espacio nuevo para alguien nuevo.
Y justamente todos hemos pasado por momentos en los que sentimos que no entendemos por qué la vida da giros inesperados; no obstante, si hay algo constante en la vida es, justamente, el cambio, y entre más pronto lo aceptemos y lo recibamos con positividad, mejor sortearemos esos altibajos para aprender de ellos y buscar caminos más agradables.
3. Goza de los pequeños momentos

Y como nada es para siempre, no debemos tampoco acostumbrarnos a aquello que tenemos porque no sabemos cuándo dejará de estar ahí, como bien le ocurrió a Woody con la llegada de Buzz y a Buzz con su manera de empeñarse en ser un guardián espacial.
Cada momento de nuestra vida es único e irrepetible, como bien lo explica la frase “un rayo no cae en el mismo lugar dos veces”. ¿Por qué? Porque el lugar en el que cayó el rayo ya fue afectado una vez, y ya no podrá ser el mismo de nuevo cuando otro rayo caiga, que tampoco será el mismo que llegó la primera vez.
La realidad es que tenemos el tiempo contado, pero no sabemos cuándo se acabará. Lo que sí sabemos es que podemos sacarle el mayor jugo y provecho a los instantes hasta que se acaben, formando recuerdos que llevaremos en nuestros corazones, como Woody lo hizo en las películas siguientes, hasta que su memoria nos rinda.
4. Aprende a externar tus emociones

¿Qué habría pasado si Woody hubiera tenido responsabilidad afectiva consigo mismo y, en lugar de haberse callado su temor a ser reemplazado y su dolor por el rechazo, lo hubiera externado y hubiera buscado una forma de sentirse cómodo con su nueva situación?
Al igual que el juguete, muchos de nosotros nos dejamos llevar por nuestras emociones en lugar de nuestra razón, y no siempre es malo, pero es necesario aprender a sortear las situaciones en las que lo permitimos y cuándo debemos ponerles un freno.
Como adultos, tenemos que responsabilizarnos de nuestros propios sentires, ya que nadie más lo hará por nosotros, y si en lugar de trabajar correctamente con nuestras emociones decidimos guardarlas y hacer como que “no pasa nada”, a la larga esas emociones explotarán dentro de nosotros y nos consumirán por completo. No hay que permitirlo.
5. Sé leal a quien te ama de verdad

La lealtad no es algo que se regala como si se tratara de un chicle: debe ganarse día con día con actos desinteresados que sean guiados por amor verdadero, no por una idea de odio, de miedo o de asombro, como ocurrió con varios juguetes de Andy con la llegada de Buzz.
Además, tampoco podemos pedirle al mundo una lealtad incondicional simplemente por creer que la merecemos; el mundo no nos debe nada, y eso debemos aceptarlo, pero eso no significa que uno no pueda dar el primer paso y otorgar un voto de confianza a aquellas personas que demuestran que lo merecen.
Si Woody no hubiera dado por hecho que se había ganado la confianza y lealtad ciega de sus amigos simplemente por ser el “favorito” de Andy, su orgullo no lo habría cegado, y habría buscado afianzar sus relaciones para que no le fallaran al final. Y no lo hicieron, si lo pensamos bien: Slinky, en las escenas finales, se lanza del camión para salvarlo.
6. El karma existe y nos llega a todos

A quien obra mal, al final, le va mal, y lo mismo ocurre a la inversa. El mayor ejemplo que tenemos de esto en la película son, justamente, los dos niños que aparecen en ella: Andy y Syd, a quienes la vida “recompensó” con aquello que se ganaron por sus acciones.
Por un lado, Syd recibió su merecido después de haber lastimado y torturado a muchos juguetes durante años; ellos, al final, se levantaron en su contra y le mostraron que sus acciones tienen consecuencias.
En cambio Andy, al haber sido un buen niño la mayor parte del tiempo, recuperó sus juguetes que creía perdidos al final; por un lado, gracias al esfuerzo de los mismos personajes, y por el otro, porque la vida también así lo quiso.
7. Hay que aprender a soltar las cosas

Una lección que se repite prácticamente en toda la saga de “Toy Story” es la idea de que nada nos pertenece: ni los juguetes, ni los amigos, ni el amor, y ni siquiera uno mismo. Y aprender a dejar ir aquellas cosas que, o nos hacen mucho bien o nos hacen mucho daño, es necesario en cada etapa de nuestra existencia.
Woody aprendió al final que era necesario soltar su “amor” aprehensivo hacia Andy para permitirle jugar y crecer con otros juguetes. Buzz aprendió que es necesario dejar ir aquellas ideas erróneas sobre nosotros mismos que no nos permiten avanzar y ver la realidad en nuestro entorno.
Y aunque ambos lucharon por volver a casa de Andy para estar con él el tiempo necesario, al final de toda la saga los dos también entendieron que su lugar con él no sería eterno, y que incluso su relación como amigos también tendría que tolerar cambios y distancia.
Pero, al final, qué razón tiene la siguiente frase: “si amas algo, déjalo ir; si regresa, es tuyo, y si no, nunca lo fue”, porque el amor verdadero no condiciona ni esclaviza, pero sí libera y permite que uno, también, viva en libertad para llegar a escalones cada vez más altos.
¿Qué piensas sobre estas enseñanzas de “Toy Story” que no comprendiste cuando eras niño? ¿Conoces otra que la película te haya dejado y que aceptaste mejor al crecer? Compártenos tus comentarios a través de nuestros canales digitales.