https://www.youtube.com/watch?v=pP4lWzlO894
Mientras se escucha de fondo ‘Singing in the rain’, vemos a Malcolm McDowell rayando en la demencia junto a sus “drugos”, una suposición estética y política del post-punk inglés, golpeando a un matrimonio en su propio hogar; observamos como el mismo protagonista, llamado Alex en la narración, está siendo tratado con terapias alternativas para abandonar un “yo” sumergido en la violencia sobreexponiéndolo a ella. A través de estas imágenes se hace latente (en ambos casos) que “La Naranja Mecánica” no sólo es un filme de ficción o drama, sino una crítica a dos rostros de la humanidad.
El primero, el que se muestra en completa concordancia con una naturaleza brutal, como si tratara de volver a la filosofía decimonónica que aborda problemas del hombre por su participación en un “todo” social, en la que Alex es la representación perfecta de la renuncia y se entregara totalmente a los impulsos bestiales; el segundo, ese que piensa en el hombre sólo como resultado de un orden político y cultural, incapaz de volver a la animalidad que le vio nacer. Como si el ser humano se pudiese reducir a ciencia o a instinto.
Y es así como se genera una fórmula compleja en esta gran película de culto que explora las uniones, separaciones e intersticios entre el lado biológico y el social de un hombre insertado en tiempos de conflictos, quizá no bélicos, pero sí estructurales en el mundo. En dicha conjunción de opiniones es que el filme de Kubrick nos regaló (ya sea para un placer estético o para uno intelectual) escenas increíbles, conceptos vibrantes, personajes entrañables y asombrosos, así como un guion exitósamente adaptado de la obra de Burgess y diálogos que van de lo fascinante a lo escabroso. Recordemos entonces un poco de esas líneas y pensemos todo lo que hay detrás de sus palabras no en tanto cine, sino como análisis de la especie.
“Yo, yo, yo. ¿Qué hay de mí? ¿Dónde entro en todo esto? ¿Soy un animal, o un perro? […] ¿No soy más que una naranja mecánica (hombre mecánico)?”
“Es curioso que los colores del mundo real sólo parecen verdaderos cuando los videamos en una pantalla”.
“Es un mundo podrido porque permite que los jóvenes golpeen a los viejos como vosotros habéis hecho, y ya no hay ley ni orden. Ya no es un mundo para un viejo […] ¿Qué clase de mundo es éste? Hombres en la Luna y hombres que giran alrededor de la Tierra como mariposas alrededor de una lámpara, y ya no importan la ley y el orden en la Tierra”.
“De repente caí en la cuenta que el pensar es para los atristos y que los omniosos cuentan con la inspiración y con lo que el señor manda”.
“Pero en cierto modo ser joven es como ser un animal. No, no es en tanto ser un animal sino uno de esos muñecos malencos (pequeños) que venden en las calles, pequeños chelovecos (individuos) de hojalata con un resorte dentro […]”
“El mundo no puede estar lleno de gente como yo”.
“Dios prefiere al hombre que elige hacer el mal, antes que al hombre que es obligado a hacer el bien”.
“Ahí estaba yo. Es decir, Alex y mis tres drugos. O sea Pete, Georgie y Dim. Estábamos sentados en el Korova Milk Bar, exprimiéndonos las rasureras para encontrar algo con que ocupar la noche. En el Korova Milk Bar servían lacta plus. Leche con velloceta o con dencromina… que es lo que estábamos tomando. Eso nos aguzaba los sentidos y nos dejaba listos para una nueva sesión de ultraviolencia”.
El cine de Kubrick siempre se caracterizó por ser una obra de arte en movimiento capaz de ilustrar los momentos más álgidos de la decadencia humana desde un ojo crítico e incluso un poco satírico. “La Naranja Mecánica” con el paso de los años se ha vuelto una película clave para el entendimiento tanto de la cinematografía en los años 70 como del deterioro que se podía vislumbrar en aquellos años también; este clásico visual seguramente sobrevivirá a las generaciones como esa pieza que logra unir belleza y terror al unísono.
***
Te puede interesar:
Aprende a hablar Nadsat, el lenguaje de La Naranja Mecánica
Películas que te impactarán si te gusta La Naranja Mecánica