Hace muchos años las cuatro naciones vivían en armonía, pero todo cambió cuando… sí, si estás aquí seguro sabes quién atacó y quién es el único que puede detenerlos. Avatar, The Last Airbender es una de las mejores series de la historia, no sólo por su increíble animación y la complejidad de su universo narrativo, sino también por las profundas enseñanzas que aprendimos junto a Aang, Katara, Zokka, Toph, Zuko y el más sabio de los ancianos sabios, el tío Iroh.
El 14 de septiembre estrenó The Dragon Prince, la nueva serie de los creadores de The Last Airbender y queremos celebrar el surgimiento de lo que promete ser una nueva leyenda rememorando los momentos en los que Aang y sus amigos (y enemigos) nos mostraron que otro mundo y otra manera de vivirlo son posibles. Así que ponte cómodo, pide una pizza con el cupón CC2018 y prepara tu caja de pañuelos porque tus ojos empezarán a hacer agua control:
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Mantén el corazón y mente abiertos
El equipo Avatar recorrió el Reino Tierra, la Tribu del Agua y se internó en la Nación del Fuego, así aprendieron un poco de cada cultura y al hacerlo también descubrieron que ninguna forma de vida, creencia, ni lugar es mejor o más válido que otro.
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Todo está conectado
Hasta el más pequeño ser contribuye al equilibrio del mundo. En su viaje hasta el milenario León-Tortuga, Aang descendió hacia las más profundas raíces de la Tierra para comprender que ni los cuatro elementos, ni sus maestros, ni sus naciones son diferentes, sino que están unidas en una energía que ninguna fuerza es capaz de disolver.
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Nada permanece
Aang es el Avatar, o sea, el puente entre el mundo espiritual y el mundo físico, pero también es un humano (uno pequeño) que duda, teme, se frustra y se equivoca. A lo largo de lo serie lo vimos practicar y mejorar y también intentar y fracasar. A su lado comprendimos que ni la más dura tenacidad puede vencer a la virtud de la paciencia. Cuando todo parece estar fuera de lugar, la opción natural es fluir con las circunstancias.
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El honor no se recupera, se forja
¿Conoces a Zuko, el desterrado príncipe que pasó la primera temporada recordándonos que su deber era atrapar al Avatar para…? Sí, adivinaste, recuperar su honor.
Bueno, entonces quizá también recuerdes su profunda transformación. Gracias a las lecciones del tío Iroh, Zuko se convirtió en una persona honorable, no por haber atrapado al Avatar sino por comenzar a vivir en integridad consigo mismo y al hacerlo también contribuyó a restablecer el equilibrio del mundo.
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La humildad es el antídoto
Iroh nos enseñó que la humildad es una forma de vivir y un estado mental que se consigue ahuyentando al orgullo de nuestras emociones, una enseñanza compleja que gracias a sus palabras sencillas y personalidad amable asimilamos con naturalidad y gusto. En sus palabras: El orgullo no es lo opuesto de la vergüenza sino su fuente, la humildad pura es el único antídoto para la vergüenza.
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La felicidad es una elección
Tanto Zuko como Azula, su hermana, fueron educados para “ser los mejores”, sin embargo, Zuko, de nuevo gracias al tío Iroh, conoció otra manera de vivir, una en la que es posible renunciar a las imposiciones externas y decidir tu propio destino. En sus momentos más desesperados Iroh le dijo a Zuko: “La perfección y el poder están sobrevalorados. Creo que es más sabio elegir la felicidad y el amor.”
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Siempre puedes tomar otro camino
Sí, Avatar es una caricatura de acción, pero Aang nunca golpeó a sus adversarios, simplemente evadía sus golpes para neutralizarlos. En el desenlace de la serie, cuando todos le decían a Aang que la violencia era la única forma de derrotar a su enemigo, el último maestro aire nos mostró que siempre podemos optar por la compasión y la justicia.
Si también eres miembro honorífico del equipo avatar, seguro querrás revivir estos maravillosos momentos así que pide una pizza y prepárate para reír, llorar y convertirte, poco a poco, en una mejor persona.