A veces un golpe de pecho no es suficiente para acabar con nuestros pecados. Ofender a Dios es algo que, para muchos, resulta inconcebible; no sólo es una falta contra quien cuida de nosotros, también implica ser irrespetuosos con aquella entidad que nos creó para que dedicásemos nuestra vida a complacerlo y a cumplir con todos sus mandatos. Quizá su error más grande fue darnos libre albedrío, ya que gracias a esa sensación de sabernos capaces de tomar cualquier decisión, se han cometido toda clase de atrocidades que ponen en riesgo no sólo el amor con el que el Creador nos ve, sino la integridad de los demás.
¿Hasta qué punto nuestra inmensa necesidad de sentirnos satisfechos puede llevarnos a causar un daño irreparable a nuestros semejantes? Sin duda alguna, esta es una de las preguntas que rondarán en nuestra cabeza al salir de la oscura sala del cine después de haber visto una de las películas más sombrías de este año. “Cordero de Dios” no se trata de una cinta de terror y es posiblemente eso es lo que nos causará un conflicto con nosotros mismos y con el mundo que, en mucho tiempo, no dejará de lucir como un lugar habitado por egoístas y desalmados.
Basado en hechos reales, el filme de Anne Fontaine nos invita a conocer una historia ambientada en Polonia durante 1945, justo en momentos posteriores al fin de la Segunda Guerra Mundial, cuando miembros de la armada soviética decidieron refugiarse en un convento donde usaron una de las formas de tortura más crueles a las que alguien podría ser sometido: el uso de la fuerza sexual como medio para infundir terror. Desde ese momento la postura de la directora se descubre frente a nosotros; no sólo muestra la manera en la que un acto como ése puede destruir la vida del grupo de personas que lo padece sino que es capaz de cambiar el orden de la cotidianidad de muchos otros individuos.
Desesperadas por encontrar a alguien que las ayude a impedir el parto, las monjas acuden a una doctora francesa interpretada por Lou de Lâage quien las apoyará realizándoles abortos para que ni la sociedad ni sus familias las vean como una vergüenza. En algún momento de la película, al verse inmersas en esa horrible situación, las novicias que fueron violadas dudan de la existencia de Dios, quien parece haberlas abandonado.
¿Qué hacer cuando todo aquello que creímos queda reducido a una idea vacía? Esa es una pregunta a la que nos enfrentaremos constantemente mientras, frente a nuestros ojos, desfila una serie de hechos que se mantuvieron ocultos durante décadas a pesar de que muchos tenían plena conciencia de su existencia. Con “Cordero de Dios” Fontaine nos plantea la idea constante de que la sociedad siempre ha sido un sistema construido a partir de la hipocresía; aunque también nos habla de la unión femenina y de cómo a través de ésta las mujeres han encontrado una forma de luchar contra un sistema que cada vez les exige actitudes más absurdas.