Morgan Freeman, acusado de acoso sexual, pero… ¿por qué en México casi no se habla de ese problema?

Morgan Freeman

Morgan Freeman

Morgan Freeman, el reconocido actor que todos recordamos por distintos papeles en Hollywood ha sido acusado de acoso sexual y de comportamiento inapropiado por ocho mujeres, cuyas declaraciones han sido confirmadas por miembros del staff de distintas de sus películas y proyectos. El hombre negó las acusaciones, pero la historia está avanzando rápidamente y quizá veremos otra carrera yéndose hacia la basura. Las mujeres, por su parte, están recibiendo apoyo por parte de la audiencia y sin duda llevarán a juicio sus declaraciones.

El actor pidió disculpas públicamente asegurando que no quería ofender ni hacer sentir mal a nadie. Su disculpa se une a la de otros actores de la industria que han acosado sexualmente a otras personas, y en realidad no soluciona nada. Freeman debió saber que sus actos eran incorrectos, pero seguramente estaba tan seguro en su zona privilegiada, que decidió hacerlo sin importar las consecuencias.

Como sucede en estos casos en Estados Unidos, rápidamente la estrella se está viendo bajo ataque tanto por los medios como por los fanáticos.

Este caso nos hizo recordar lo sucedido hace poco con la estrella de cine mexicana Karla Souza, quien alzó la voz para denunciar que ella también sufrió acoso durante los inicios de su carrera y que incluso aceptó hacer favores sexuales a cambio de papeles en producciones importantes. A diferencia de las víctimas norteamericanas, Souza no recibió el apoyo completo de las personas, quizá por ser mexicana o por formar parte de la elite comercial del cine nacional.

El punto es que, cuando Cultura Colectiva publicó la noticia, los comentarios estaban llenos de señalamientos despectivos que la describían como una aprovechada por utilizar la popularidad del #MeToo para ganarse el reflector, o como una «puta con remordimientos» por haber aceptado realizar favores sexuales. ¿Resulta esto justo?

Esto es muestra de que en México y Latinoamérica no existe el mismo apoyo por las celebridades femeninas, principalmente por prejuicios personales. Aquí se está acostumbrado a la idea del “sillón de casting” en el que sólo las mujeres que acepten hacer favores a productores pueden llegar a ser exitosas, y en vez de que la audiencia juzgue al sistema, ésta prefiere culparlas por aceptarlo e incluso se burlan de ellas.

El acoso y abuso sexual ya es una costumbre en los medios latinos y no sólo en los audiovisuales. Se ha hablado también de que en el teatro existe acoso, hasta violencia contra las actrices con el pretexto de que “tienen que pasar por eso” para llegar a un lado más grande. La audiencia, quien carece de la misma empatía que tienen con las estrellas de Hollywood o con víctimas de otros lugares, prefieren decir que «ahora que Souza es famosa se queja, pero antes no lo hubiera hecho». Si no lo hizo en el pasado fue por miedo, terror a perder su oportunidad y nunca llegar a ser protagonista en una película.

En México no existe un #MeToo por cosas como las que sucedieron con Karla Souza. Ella salió a hablar con valentía, fue juzgada y se convirtió en el centro de burlas. Incluso comentadoras de televisión (de su mismo sexo) se atrevieron a cuestionar sus motivos —porque ellas mismas están acostumbradas— y quizás hasta resienten el hecho de que ahora las cosas estén cambiando y no todas tengan que pasar por un “casting couch” para llegar a la pantalla.

Claro, hoy Morgan Freeman y sus víctimas son la noticia, pero ¿cuándo se culpará a las decenas de productores de las grandes cadenas televisivas que normalizaron la violencia sexual y que la convirtieron en parte del proceso? A los mexicanos nos encanta apoyar causas internacionales, pero cuando se trata de su propia gente… siempre prefieren juzgar.

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