Chantal Akerman, una de las cineastas más relevantes y admiradas por la industria del cine contemporáneo, decidió poner fin a su vida ayer en París, a los 65 años. Según declaraciones de su productora, Akerman sufría ataques maniaco-depresivos y esto fue lo que ocasionó que se suicidara. La directora, artista y profesora belga fue una feminista y figura pionera en el cine experimental.
De familia de origen polaco sobreviviente del Holocausto, para Akerman fue una revelación ver a los 15 años Pierrot le fou, de Jean-Luc Godard, pues en ese momento supo que iba a dedicarse al cine.
A los 18 entró al Institut National Supérieur des Arts du Spectacle et des Techniques de Diffusion, un centro de enseñanza cinematográfica belga. Enseguida lo abandonó y realizó un cortometraje en blanco y negro con sus ahorros: Saute ma ville, el que dura 13 minutos y tiene como protagonista a una joven y su relación conflictiva con las cosas cotidianas.
Sus películas están basadas en la vida cotidiana, la condición de la mujer, la sexualidad, el aislamiento y la política en el siglo XX. El cine de Akerman se ha asociado con el caminar: es un cine muy cinético, la trama de sus filmes es mínima, incluso “inexistente”, y refleja una gran incomodidad con el mundo. Utiliza con recurrencia el plano secuencia, con el que se apoyó para describir en repetidas ocasiones su trauma ligado a la identidad judía, rompiendo con reglas inherentes al lenguaje cinematográfico.
En 1971, Saute ma ville fue premiado en el festival de Oberhausen y ese mismo año se trasladó a Nueva York, donde estuvo hasta 1972. Allí se impregnó del cine independiente, especialmente del de Stan Brakhage, Jonas Mekas, Andy Warhol y Michael Snow, esta nueva influencia se vio reflejada en filmes como Hotel Monterey y cortos como La Chambre 1 y La Chambre 2.
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Después de unos años de vivir en Nueva York, Akerman regresó a Bélgica, donde fue reconocida por la crítica con Je tu il elle, una película experimental sobre la agresión. Su obra: Jeanne Dielman, 23 quai du Commerce, 1080 Bruxelles (1975), la que retrata a una viuda ama de casa que practica la prostitución para poder mantener a su hijo, fue alabada por el New York Times al declararla como “la primera obra maestra de lo femenino en la historia del cine”.
Su trayectoria incluye más de 40 películas en las que figuran experimentos fílmicos, pero también comedias románticas comerciales como Romance en Nueva York, rodada en 1966 con Juliette Binoche. Sin embargo, en los últimos años ninguna de sus películas logró atraer el entusiasmo del público, ni La folie Almayer (2011) ni Home Movie (2014); un ensayo documental homenaje a su madre Natalia, sobreviviente de Auschwitz, quien murió el año pasado, dicho documental fue abucheado en el Festival de Locarno.
Admirada en Estados Unidos y en Europa, Akerman influyó en un gran número de cineastas y dejó una huella imborrable en el mundo del cine.
Fuente
El País