NY77: The coolest year in hell (o NY77: El año más frío en el infierno, en su traducción al castellano) es un documental dirigido por Henry Corra que recoge los testimonios directos e indirectos de los testigos y sobrevivientes de un año lleno de convulsiones y, sin duda, de un gran año para la música y las artes. Las voces de figuras como Gloria Gaynor, Al Goldstein, Hilly Kristal, Tommy Ramone, entre otros, logran que este documental sea una fiel testificación del boom cultural en Nueva York dentro de esta peculiar etapa.
Hoy, la ciudad de Nueva York es mundialmente conocida como la ciudad que nunca duerme, la gran manzana; ciudad cosmopolita de luces eternas, capital de los centros financieros más apabullantes, hogar de artistas y diseñadores de alta alcurnia, lugar donde conviven la opulencia y la pobreza.
Si alguna vez escucharon a alguien decir la típica frase que se encuentra arraigada en el ideario popular mexicano “Estados Unidos no tiene cultura alguna”, es probable que ese alguien no haya oído de la cultura del consumo y Nueva York está en ese centro, al menos hoy.
¿Siempre fue así? Tal vez. Pero también hubo un año que parecía ser el impulso de la destrucción creativa. En realidad, el término no es mío, es un término que ha aparecido en distintos tipos de literatura: desde Bakunin, quien sostiene que “la pasión por la destrucción es una pasión creadora”, hasta Joseph Schumpeter, quien subraya a la creación destructiva como un elemento esencial de la dinámica capitalista. En fin, dejemos la anarquía y la esquizofrenia a los brokers de Wall Street.
En 1977, Nueva York parecía ser una Constantinopla moderna en caída libre. La tormenta perfecta se gestaba desde la psicosis colectiva que provocaban los homicidios perpetrados por el asesino serial llamado “El hijo de Sam”, las ondas de calor, la inminente bancarrota financiera, el apagón de 24 horas, la suciedad y la furia.
Sin luces,
sin comida,
pero con toneladas de licor.
The Bronx, Manhattan, Queens, Brooklyn, Harlem, los conocidos distritos de Nueva York aparecieron dentro de la caótica Gran Manzana como un territorio fértil para jóvenes que buscaban una identidad y para quienes vieron a las oportunidades pasar de largo; hablaré de dos movimientos culturales especialmente icónicos para el último tercio del siglo XX en Estados Unidos: el Hip Hop y el punk.
El apagón
La noche del 13 de julio de 1977, la ciudad de Nueva York sufrió un memorable apagón que comenzó en el Bronx, siguiendo por Manhattan, Queens, Brooklyn y Staten Island, la ciudad comenzó a volverse loca, los actos vandálicos asediaron la ciudad entera: cristales rotos, balazos, incendios y enfrentamientos con la policía.
¡Apagón! “Los comunards quemaron el Museo Louvre: el acto artístico más radical del siglo XIX…” — King Mob.
Sin intentar defender alguna u otra posición con respecto al vandalismo, el apagón fue testigo de la peor cara de Nueva York, aunque también mostró una ventaja para los DJ’s en ascenso; la explosión cultural del hip hop fue en gran medida avivada por el robo masivo de equipos de audio, muchos de los que se encontraban inalcanzables para gente que se hallaba haciendo música en esos momentos: los llamados sound system. Los sound system se encontraban en un campo de batalla continuo, las peleas entre DJ’s se hallaban en medio de la escena hip hop; el que tenía mejor equipo ganaba las contiendas, fama y reputación. A veces el fin justifica los medios, depende de qué fin y de qué medios, por supuesto.
Incendio tras apagón.
La necesidad de pertenecer, conjunta con la marginación, se vuelve una semilla que, bien dirigida, puede llevar consigo grandes cambios que resultan en un fenómeno—millonario en estos días—como el Hip Hop. La gente (sobre todo del Bronx), sólo contaba con la música para combatir con los grandes males que toda gran ciudad sufre. Un ejemplo de esto es el de Afrika Bambatta & The Zulu Nation, conocido como “el padrino del Hip Hop”, quien a través de la música, procuró integrar a pandilleros con adicciones con el fin de canalizar el talento de los barrios marginales, convirtiéndolo en expresiones artísticas.
https://www.youtube.com/watch?v=yYzakWz3JxU
La música, el baile y el graffiti, conformaron la triada perfecta para la cultura hip hop. El DJ, el break dance y el arte callejero tuvieron un auge sin precedentes en el sur del Bronx, surgiendo como una alternativa a la emergente escena punk y a la música disco, que estaba ganando terreno en la escena musical neoyorquina, y con ella la revolución sexual, un fruto directo de la década de los sesenta.
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