Tal como reza el nombre de esta nota, Lars von Trier cierra con Ninfomanía Vol. 2 una trilogía dedicada a la depresión. Estos tres filmes: Nymphomaniac Vol. 1 y 2; Melancolía (Mencholia, 2011) y Anticristo (Antichrist, 2009), que además han sido protagonizados por Charlotte Gainsbourg, muestran una de las facetas de este diagnóstico a través de distintas percepciones humanas y contextos, en este caso, con Nymphomaniac, el sexual.
La parte uno abre el panorama: Joe, una ninfomaníaca, es encontrada en la calle por Selligman en medio del invierno, éste la lleva a su casa y ella comienza a contarle la historia de su vida, dividiéndola en capítulos que va nombrando inspirada en los elementos de la habitación del desconocido nuevo amigo. Nos despedimos con una Joe joven enfrentando el problema de la desaparición de su apetito sexual; a partir de este punto, Lars retoma el argumento de la segunda entrega.
Si bien la primera parte es una oda a la liberación femenina y tiene miradas hacia el papel de la mujer y los desniveles sociales ante la cuestión de percepción de la sexualidad según el género, en esta parte de la historia los elementos toman una nueva dirección. El análisis ocurre directamente al sentido existencialista con ápices en la sexualidad humana, no sólo Joe (personaje principal interpretado por Gainsbourg) narra las decisiones que la colocan en el aquí y ahora con la misma ligereza, sino que ese ritmo se tiñe de mayor seriedad y reflexión ante la doble moral impuesta por la sociedad a temas como el abandono de hogar, por ejemplo, y el sentido de pertenecer a uno mismo y realizar, por ende, las cosas para sí, no para llenar a alguien más.
Al igual que la primera parte, la cinta tiene valiosos y arriesgados factores que la vuelven única: emplazamientos de cámara más propositivos, una dirección de arte soberbia y bien estructurada, aunada a una fotografía impecable. Von Trier comienza ahora a jugar más con los saltos en el tiempo en su narrativa y nos adentra más a la trama con giros de tuerca inteligentes e inesperados.
En la primera entrega destaca la participación de Rammstein como banda sonora, ahora sube al escalón Talking Heads, confirmando una muy buena selección para el soundtrack que acompaña a esta historia, la que también se desenvuelve al ritmo de Bach, Mozart y demás virtuosos clásicos junto a la propia Gainsbourg.
El nivel de sexo explícito está tan cuidado como en la primera parte, de forma que cualquier intromisión es justificada y cuidada para preservar su valía artística. Si lo que esperan es por fin ver pornografía visceral con el toque Von Trier, no pasará, esto es arte, el sexo es un arte.
El nuevo rumbo por el que gira la trama confirmará el fanatismo que muchos testigos han mostrado por el Volumen 1, y es que por fin tenemos más tiempo de Charlotte Gainsbourg a cuadro y de nueva cuenta es fantástica junto al resto del reparto, que incluye de nuevo a Shia LaBeouf. La dura y crítica visión del director danés sostiene por cerca de dos horas el hilo de la historia, provocando una absoluta empatía con el espectador y una apropiación de la misma, algo característico de él y algo que podemos vivir en cualquier otro de sus filmes.
El sexo es la mera excusa para estudiar el comportamiento humano cuando el placer puede más que la obligación y el deber, no importan las barreras que puedan estar impuestas.
Esta cinta, sin duda, no decepcionará a nadie. El Vol. 2 de Nymphomaniac llegará a salas comerciales en agosto, tres meses después del estreno oficial del Volumen 1 y, por supuesto, la espera valdrá la pena.
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