Está bien. Sabes de buen cine, tienes un gusto impecable y, además, al ver una película, eres perfectamente capaz de identificar una obra de arte para separarla de los bodrios. Eres sensible y tu talento de cinéfilo es tan claro como el agua. Seguramente has visto todas las cintas del director más grandioso de la historia y también, con toda probabilidad, te interesa ver el trabajo del realizador contemporáneo que sigue mejor sus pasos, pero debes haber imaginado también que cada artista procede de una manera distinta y que su tránsito y trayectoria por esta vida puede ser muy diferente. En el cine asiático, por ejemplo, hay visiones tan contradictorias y variopintas como hojas y ramas en un árbol frondoso. Wong Kar-Wai, quizás el caso más extraño de la cinematografía china contemporánea, ni siquiera utiliza guiones y filma todas sus obras como si tocara en una banda fusión de jazz rock: improvisando en el delirio de la imaginación, nadando en las turbulentas aguas del arte puro.
Pero el guitarrista y cineasta español Carlos Salado es un caso aparte. Durante cinco años se embarcó en una labor de precariedad y de eterna lucha contra los contratiempos. De ahí su ópera prima: Criando ratas (2016), la cual puedes ver completa y totalmente gratis en Youtube y que, a pesar de sus méritos, probablemente nunca nadie incluya en este tipo exclusivo de listas.
En 1977 José Antonio de la Loma exponía con Perros callejeros un retrato social del momento. Los desheredados y sus vivencias en la Barcelona de los años 70. No tenían voz. Mientras, el punk se había instalado como altavoz de la inquietud juvenil y subversiva de aquel entonces. La filosofía del “no tengas ni idea, pero hazlo” quedaba sólo al alcance de unos que tenían solucionadas las necesidades básicas. La ironía era tan grande que se contaba por sí sola: a los personajes en particular y al sector de la sociedad reflejado en la película les era negada esa posibilidad. La vieja “democracia” de aquella nueva España no era todo lo omnipresente y ecuánime que se podría haber deseado. El punk era asunto de la clase media acomodada y el cine kinki (categorización de un grupo socioeconómico y cultural de los barrios pobres y de los bajos fondos españoles) encontró en De la Loma posibilidades de producción que buscaban emular las películas de su época, pues su padre, un militar, podía conseguir licencias para rodar escenas de persecuciones con coches, por ejemplo. Nació así un tipo de cintas que bebían de la cultura colectiva, pero sobre todo de la marginada: el imaginario kinki.
Actualmente, desde nuestra occidental perspectiva del mundo, el acceso a materiales y tecnologías monetariamente asequibles han democratizado el “no tengas ni puta idea, pero hazlo” del punk con un coste menor. Ergo: más accesible para más estratos menos favorecidos de la sociedad. En ese panorama han surgido respuestas espontáneas de arte en bruto. En la música, el trap como altavoz para los que toman el pulso de las calles con sus originales bases y sus letras tan duras como urbanas y sin miramientos. Desparpajo en estado puro.
Carlos Salado, por otro lado, grabó en 2016 su película como todo un modesto orfebre, laborioso y cuidadoso, engarzando las pequeñas gemas preciosas que son sus escenas y así completar Criando ratas. La cinta cuenta la vida de un grupo de delincuentes, en especial la de Cristo (Ramón Guerrero), un notorio criminal de la zona que debe saldar una deuda con unos narcotraficantes. En general, la cinta retrata los códigos del mundo de la calle de una forma muy cruda y sin florituras, despojándose de la metodología tradicional de grabación, lo que (no intencionalmente) constituye un documento social y cultural sin precedente. La alhaja neokinki con la que vuelve a contarse la historia de los desheredados habitantes de los suburbios menos favorecidos.
Criando ratas, que como se muestra arriba puedes ver completa en Youtube, abandona la narración convencional y se regodea en un estilo cinematográfico hiperrealista. Salado tuvo que lidiar con todo tipo de contrariedades para completar el filme. El presupuesto para realizar la película fue básicamente cero. Asimismo las cámaras y demás equipos era escasos, así como los actores, por lo que Salado se adentró en los barrios de su ciudad natal y buscó entre las personas más reales a sus protagonistas. Kinkis de verdad que han vivido los estragos del narcotráfico, la violencia y la cárcel. De hecho, el rodaje tuvo que ser interrumpido cuando Guerrero fue encarcelado por dos años, el guión reformateado y la película, sobre ruedas, se terminó cuando el actor principal fue liberado. Si algo define a Criando ratas es su peculiar formato y cómo fue realizada, en modo guerrilla, precario y con bajos recursos. Todos sus elementos se corresponden orgánicamente con lo que quiere mostrar.
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