El ser humano, por naturaleza, tiene un origen. Algunos saben cuál es el suyo, mientras que otros aún no lo descubren. El mundo puede ser ambiguo y al fin al cabo cada historia es distinta. Es como si la vida estuviera llena de caminos o si hubiera una forma de lograr plenitud y gozar de la felicidad de las cosas simples. Pero alcanzar un grado significativo de sencillez nunca es fácil. Todo comienza desde la nacionalidad, estilos de vida, costumbres, creencias y desde luego los lazos familiares. Lo cierto es que todos en cierto punto buscan algo: su razón de ser.
La película estadounidense Lion (Un camino a casa), dirigida por Garth Davis y escrita por Luke Davies, demuestra que las personas están atadas de alguna manera a sus orígenes. Esta adaptación cinematográfica del libro biográfico A Long Way Home, de Saroo Brierley y Larry Buttrose, cuenta la historia de un joven llamado Saroo, originario de la India, quien residió en la villa Ganesh Talai con su madre y sus dos hermanos: Guddu y Kallu.
Fueron abandonados por su padre desde muy pequeños, así que para poder mantenerlos, su madre decidió trabajar en algunas construcciones, y ya que no ganaba lo suficiente, ninguno de los pequeños podía ir a la escuela. A la edad de 5 años, y por circunstancias de la vida, Saroo pasó varios días en las calles de Calcuta, solo y sin saber a dónde ir, hasta que es recogido por las autoridades. No sabe decir de dónde proviene ni dónde o cómo localizar a su madre, así que lo llevan a una casa hogar donde tiempo después es adoptado por una pareja australiana.
Desde ese momento comienza a llevar una vida distinta, sin ningún tipo de carencias económicas, bajo todas las comodidades. Sin embargo, a medida que crece y adquiere mayor conciencia de sí mismo, se generan inquietudes sobre su identidad. Es invadido por una especie de vacío y las ganas de saber acerca de sus orígenes. Es perseguido constantemente por los recuerdos del pasado y la necesidad de encontrar a su familia biológica.
Saroo (Dev Patel) bien podría “dar vuelta a la página” y seguir con su nueva vida. ¿Qué necesidad podría tener de buscar su antiguo hogar después de 25 años? Con Lion, el espectador está ante una clásica travesía existencial: el héroe que busca el retorno a su casa. Una parábola de la vida, de lo circular por medio del devenir, la peripecia, los retos, el crecimiento, la madurez y la autorrealización. En esta historia la memoria, el recuerdo de una niñez perdida y los afectos atávicos son el trasfondo que permea todas las dinámicas de los personajes, pero sobre todo del protagonista. Lion es una metáfora del héroe, una revisión moderna de La Odisea. En Saroo se congrega un afán de aventura no escogida pero afrontada, de reconocimiento del otro y de su “yo”, de recuperar lo que ha perdido de sí mismo. Como si su largo y extraño camino sólo hubiera podido llevarlo de vuelta adonde todo comenzó.
Si hay algo de lo que nunca puede huirse es de los orígenes. Esta cinta, que fue nominada en 2016 a seis premios Oscar de la Academia —incluido el de Mejor Película—, lo demuestra. La epifanía es tan fuerte que genera un acto irremediable, como una fuerza catalizadora en pro de completar las piezas faltantes del pasado.
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Parece ser un motivo común en el cine indagar en la identidad, el sentido de la vida. No es un tema cualquiera, mucho menos es fácil de abordar de una manera peculiar, divertida e interesante. Para algunos se trata de un tópico, para otros puede ser una oportunidad para mostrar una visión dual de la vida.