La imaginación no parece encontrar sus límites, aunque bien las referencias podrían significar un punto de anclaje. Ningún arte proviene de la nada, pues siempre encuentra un parentesco con algo anterior. El universo Marvel no está exento de esto. Su franquicia más exitosa, los X-Men, ha cautivado por décadas a los amantes de los superhéros, pero quizá muchos ignoren datos importantes sobre ellos que podrían ayudar a entenderlos mejor, como un reflejo del imaginario colectivo, de las preocupaciones intelectuales y filosóficas sobre las relaciones interpersonales, como nuestro futuro y porvenir. Con una larga lista de cintas que muestran acción, efectos especiales y momentos dramáticos, es difícil catalogar la más reciente producción sobre los mutantes de Marvel.
Con manos temblorosas, cicatrices por doquier y una barba gris que adorna su cara, sale de una limosina. El olor a alcohol se eleva desde un traje arrugado. Una de las cuchillas de sus puños no se extiende adecuadamente. A fin de cuentas, Logan (Hugh Jackman) no tiene ganas de problemas. Aquel ágil mutante con tenebrosas garras luce derrotado, lleno de odio y frustración por su pasado. En resumen, Logan es un hombre de avanzada edad, cansado de todo y de todos, en busca constante de paz.
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En un futuro cercano, Logan vive con un frágil Charles Xavier (Patrick Stewart) y Calibán (Stephen Merchant) en una planta abandonada cerca de la frontera con México. El paisaje del desierto solitario alrededor de ellos habla de un mundo sin esperanza, donde el último mutante nació hace 25 años y las más nuevas generaciones están moribundas. A contra de su voluntad, Laura (Daphne Keen) entra en la vida de estos forajidos, lo que coloca al viejo Logan en una encrucijada: ayudar a la chica o escapar de la situación, tarea nada fácil para un ser que durante toda su vida fue señalado y atacado y que como método de defensa desarrolló insensibilidad y violencia como norma. Laura, una niña de unos 10 años, presenta el mismo talento que Logan: garras y esqueleto de Adamantium, acompañados de la misma fuerza, velocidad y carácter. Esto despierta ciertas sospechas en el viejo y demacrado Dr. Xavier.
Logan es un trabajo sobre el envejecimiento y la supervivencia que determinan los últimos días de estos mutantes, quienes han perdido todo y que al final no pudieron salvar mucho de la razón por la que lucharon. Es una película sobre gente que está cansada y siente que no tiene nada más que ofrecer al mundo, sobre la escasez de fuerzas para rebelarse contra una sociedad que no los quiere. Logan y Xavier son héroes trágicos en el sentido clásico de Shakespeare.
Su común amistad, con fuertes rasgos de una relación padre-hijo, hace la trama realmente interesante en un nivel emocional y humano. Es extraño ahora ver a estas (alguna vez poderosas) criaturas ayudarse mutuamente para ir al baño. En cierto modo, los personajes están desmitificados, despojados completamente de su cualidades más extraordinarias. Podría decirse incluso que están más humanizados.
La visión del director, James Mangold, se inserta en el universo Marvel con un tono peculiar, que va más allá de la típica historia de personajes fantásticos y efectos especiales. Asimismo plasma en Logan un perfecto golpe final de los X-Men y de todos los mutantes y superhéroes que lucharon por la dignidad y la humanidad, sin prestarles atención a sus vidas. La película funciona como un vistazo a lo que es el ocaso de los individuos: aun pretendiendo ser invencibles, el tiempo trabaja como un depredador inmisericorde en todos.
Hay algo muy visceral en la estética de esta cinta. La banda sonora aumenta la truculencia del salvajismo y el diseño sonoro exalta detalles como el gorgoteo de la sangre en los pulmones y la carne desgarrada. La violencia gráfica no es gratuita, pues no está creada por puro morbo y mercadeo. Forma parte de los elementos necesarios para construir la atmósfera sombría, carta de presentación de la propuesta, y que contribuyen a la lógica narrativa del personaje: por primera vez puede verse a un Wolverine vulnerable en la pantalla. Sale con miedo, traumatizado y con mucho peso sobre los hombros al darse cuenta por primera vez de sus limitaciones.
El filme incluso cuenta con homenajes y vínculos metaficcionales, que la hacen integrarse y emparentarse con películas de otra naturaleza. Logan bebe de fuentes estéticas que enriquecen su propuesta visual y narrativa, así como la interpretación de los actores y el enfoque en el tono de la historia. Por ejemplo, el personaje de Logan hace a su manera una referencia a un clásico del western: Shane, el desconocido (1953), de George Stevens. En la cinta de Stevens, Shane (Alan Ladd) es un pistolero cansado y con un pasado nebuloso que busca refugiarse con una familia honesta, pero un hecho violento trastoca su destino y termina desenfundando su arma para ayudar a otros. Pronto se teje una alianza entre el pistolero y el hijo de la familia. Esta imagen fue crucial para construir la relación entre los personajes de Logan y Laura.
Asimismo, Mangold y su equipo de guionistas (Scott Frank y Michael Green) crearon uno de los mejores guiones de la franquicia Marvel hasta el momento, con toques de Kurosawa, The Road, Unforgiven, Mad Max y la mencionada Shane, el desconocido. Logan es un drama de superhéroes que enfrentará a su personaje principal no sólo al mundo que le rodea, sino contra sí mismo. Una figura ante un dilema existencial, al borde del abismo y que tiene que decidir por la vida, incluso si esto significa la muerte.
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Los superhéroes a veces son proyecciones de nuestro deseo por romper las limitaciones que nos hacen humanos. Con todas las franquicias de Hollywood en torno de este tema, algunos podrían pensar que este fenómeno es lo peor que le ha pasado al mundo del cine.