Amar a la gente no los salva.
“Mommy”, Dir. Xavier Dolan
El amor es un sentimiento inherente a todo ser humano; se nos ha dicho que el amor que una madre siente por su hijo es el más grande que existe. Pero el amor es también algo que escapa con facilidad de la mirada ordinaria, algo que muchas veces queda fuera de cuadro.
El cineasta francés Robert Bresson alguna vez mencionó que una película está hecha de relaciones de imágenes; es decir, una imagen por sí sola nos es indiferente, pero al ponerla en presencia de otra, ésta vibrará y cobrará vida. No se refiere a la vida del relato, sino a la vida de la cinta misma. Encontrar una película que logre hacernos vivir junto con ella en cada fotograma es un logro por demás complejo; pero es al mismo tiempo lo que muchos espectadores buscamos insaciablemente: una experiencia que nos mueva.
La quinta cinta de l´enfant terrible, Xavier Dolan, nos lleva a una Canadá ficticia en la que los padres pueden dejar en un hospital a sus hijos con algún desorden mental, y borrar toda obligación y vínculo con ellos. Xavier Dolan es un joven director canadiense; con apenas 28 años de edad ya ha sido ganador de varios premios en el Festival de Cannes. “Mommy” narra la historia de Diane “Die” Despres, una madre viuda que se ve forzada a enfrentar sola los crecientes problemas que supone su hijo Steve, quien ha desarrollado un trastorno de déficit de atención con hiperactividad. Las actitudes violentas y su oposición a la autoridad fracturan la relación de Die y Steve. Pero todo cambia cuando los personajes reciben la ayuda de Kyla, su insegura vecina.
Die —interpretada por Anne Dorval— es una madre desconectada del mundo que intenta sobrellevar las dificultades del día a día. Su lucha constante se hace más grande con la rebeldía de Steve — que personifica el joven actor Antoine-Olivier Pilon—, quien logra llevarla de polo a polo en un mar de emociones. La interpretación de Anne Dorval es frenética, nos llena de angustia y alegría; y Pilon logra complementarla a la perfección, hacen que sus personajes despierten lo mejor y lo peor de sí. Lo único que brinda cierto equilibrio a esta relación enfermiza y destructiva entre madre e hijo es Kyla, a quien la actriz Suzanne Clément da vida. La actuación que Clément ofrece es sorprendente, conocemos a una mujer insegura que ha perdido hasta la capacidad de hablar; pero también vemos otras facetas del personaje que, sin ser protagonista, destaca junto al explosivo dúo.
Steve experimenta cambios de humor de un momento a otro, su energía parece no tener límites. En cada ocasión que la supernova Steve se enciende, un mar de emociones proliferan a su alrededor. Resulta imposible no comparar cada una de las acciones del hijo con las de la madre; Die parece una adolescente más, que viste pantalones estampados y está determinada a comerse al mundo con tal de salir adelante en la vida.
La cinta es deslumbrante y anárquica, desde el comienzo Dolan lo deja claro al utilizar un formato 1:1 que encierra al espectador en el agobiante mundo de Die. La cámara nos permite ser testigos de la claustrofobia que suponen las preocupaciones y problemas en el mundo de otra persona. Únicamente aparecen dos secuencias en las que, junto con Die, el espectador puede descansar del cuadrado que nos presenta el director; se trata de esperanzadoras secuencias en las que la pantalla se abre y por fin podemos respirar. Pero la felicidad es efímera e ilusoria, rápidamente volvemos al tortuoso formato original.
El trabajo sonoro nos remite a la cultura noventera del canal MTv. La selección musical se conjuga orgánicamente con las imágenes y eleva la experiencia de las secuencias, provoca momentos cinematográficos de una belleza tal que roban el aliento. Esta unión imagen-sonido es natural, nos enfrentamos a una verdadera comunión musical que enaltece el trabajo fílmico de Dolan.
En el amor no hay puntos intermedios, como tampoco los hay en “Mommy”. Hay momentos de intensa felicidad, y también de caos y melancolía. Todo lo que acontece fortalece los vínculos de los protagonistas, se genera entre ellos un cariño lleno de singularidades, y a pesar de las vicisitudes, saben que siempre se tendrán el uno al otro.
Resulta imposible no sentir empatía por Die. El espectador viaja con ella en la montaña rusa que es criar a un hijo, enfrentar las complicaciones de la vida y lidiar con los problemas personales. Somos testigos de la esperanza que Die siente por Steve, cada madre añora que su hijo se convierta en un adulto pleno y sano; pero es precisamente esta esperanza la que resulta más dolorosa.
“Mommy” nos da un vistazo al profundo amor que una madre siente por sus hijos, las formas en las que este amor se expresa y se vive. Conocemos todo lo que uno quiere para el otro, somos testigos del lazo más fuerte de todos. Amar es lo que mejor sabemos hacer, y ese amor incondicional es el que se muestra en cada cuadro de este filme, aunque se presente ante nosotros de maneras extrañas.
Con esta película Xavier Dolan no sólo consolida su estilo cinematográfico, sino que nos regala una experiencia que nos hace vibrar. La cinta apela a nuestras emociones y a nuestra propia humanidad; cada imagen forma un todo coherente que se construye poco a poco hasta alcanzar un final ensordecedor, lleno de emoción. La película trasciende las fronteras del formalismo, Dolan comunica de la manera más honesta sentimientos que inmediatamente conectan con el público y crean una especie de complicidad íntima entre el director y el espectador.
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Además de “Mommy”, Xavier Dolan tiene cintas que lo han posicionado como uno de los directores más jóvenes y prometedores que existen actualmente. Aquí te compartimos sus mejores filmes que no te puedes perder. Además, estas son las 10 razones por las que Dolan se convertirá en uno de tus directores favoritos si eres todo un cinéfilo.