Mr. No Legs: una silla de ruedas, un par de escopetas y mucha violencia

La escena parece filmada con cámaras caseras. La locación habla por sí sola: junto a una alberca azul turquesa, en el patio de lo que parece ser un lujoso complejo turístico de Tampa, Florida. Es un soleado día de los años 70. Lou, alias “Mr. No Legs”, interpretado por Tom Vollrath, habla con uno de

"Mr. No Legs": una silla de ruedas

La escena parece filmada con cámaras caseras. La locación habla por sí sola: junto a una alberca azul turquesa, en el patio de lo que parece ser un lujoso complejo turístico de Tampa, Florida. Es un soleado día de los años 70. Lou, alias “Mr. No Legs”, interpretado por Tom Vollrath, habla con uno de sus secuaces, quien debe inclinarse para ponerse a la altura de su silla de ruedas. En el perímetro, dos sujetos con actitud sospechosa los observan. Sus propósitos no tardan en revelarse: desenfundan sus pistolas automáticas y cuchillos. Rápidamente despachan al secuaz de Mr. No Legs, pero acabar con el lisiado es mucho más difícil de lo que piensan. Con increíbles movimientos de karate (Vollrath fue un veterano de guerra sin piernas que, además de su única aparición en cine, se convirtió en la primera persona con discapacidad en obtener un cinturón negro en esta disciplina) neutraliza al primero golpeándolo con sus muñones en los testículos, antes de desenfundar las escopetas que esconde en su silla de ruedas. Esta escena sintetiza bastante bien el estilo de Mr. No Legs (Ricou Browing, 1978), una joya del cine de culto serie B.

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El celuloide de acción de la década de la paz y el amor, especialmente el independiente y hecho para el circuito inconforme de la magna, elitesca y monetaria industria de Hollywood, es comúnmente olvidado o simplemente ignorado. ¿Las razones? La calidad de las producciones, las tramas incómodas y “raras”, los diálogos poco ágiles y plagados de palabrotas, la difícil tarea de catalogar las obras o encajarlas en géneros tan simples, con barreras estéticas y morales, el desparpajo para exponer el tema de la violencia y el sexo sin tanta complejidad —torpeza, podrían decir algunos— estética o filosófica. Asimismo, la mala distribución o la falta de “grandes figuras” que llamen la atención con su simple presencia en un póster promocional condenan a este tipo de cine a lo subrepticio o incluso al olvido.

Difícilmente encontrarás Mr. No Legs en la sección de DVD o Blu-Ray, así que tendrás que confiar en internet o acudir a alguna cineteca que esté bien surtida. Sin embargo, esto no quiere decir que la cinta, una oda ficcional y medio fantasiosa a los “bajos fondos” del mundillo narcopolicial del sur de los Estados Unidos de los años 70, carezca de propósito o de valor como obra. La típica trama de Mr. No Legs es sencilla: una chica joven es hallada muerte, víctima de una presunta sobredosis. Sin embargo, la autopsia revela que la droga fue administrada postmortem para disfrazar la verdadera causa y el motivo. El tétrico descubrimiento rápidamente lleva a los detectives Andy (Ron Slinker), hermano de la chica, y Chuck (Richard Jaeckel) a seguir la pista del narcotraficante más infame de la ciudad y su red de corrupción, la cual salpica incluso a algunos de sus compañeros en las fuerzas policiales.

Juntos, los detectives tienen que enfrentarse, en medio de una guerra entre bandas, al duro músculo de las fuerzas de choque del mafioso, un sujeto inalcanzable y temido por todos: Mr. No Legs. El lema promocional de la cinta lo resume a la perfección: “Los policías quieren agarrarlo. La mafia quiere matarlo, pero nadie quieren enfrentarlo cara a cara”. En ese sentido, el filme se describe como una historia típica de policías contra criminales. No obstante, destaca por la peculiaridad de sus personajes y una extraña forma de filmación, que incluye choques de autos en cámara lenta, armas ninja y a un hombre sin piernas que hace añicos a por lo menos una docena de contrincantes con “claras ventajas”. Una historia que podría fácilmente salir de un sueño húmedo de Tarantino. Mr. No Legs es una gema poco conocida del género policial y del cine serie B, que apunta sin aspavientos ni moralejas hacia el eterno debate entre el bien y el mal, la delgada línea de lo amoral, en el contexto de una sociedad corrompida por las diferencias, los vicios, la violencia y la sed de poder.

Fuente

Film School Rejects

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El cine serie B tiene mucho que ofrecer a los verdaderos amantes del cine, quienes hallarán en su peculiaridad y estética aparentemente ingenua verdaderas obras de arte, piezas selectas del séptimo arte como diamantes en bruto. Por eso debes ver estas 10 películas de terror que puedes ver en Netflix.

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