Nada como pasar un tiempo con los amigos, echando relajo, quizá tomando unos tragos y haciendo algunas actividades para entretenerse, como jugar. ¿Qué podría salir mal si sólo hay adivinanzas, mímica y una que otra competencia de responder preguntas o quizás algún juego de mesa? En Noche de juegos (John Francis Daley, Jonathan Goldstein, 2018) todo parece normal hasta que a alguien se le ocurre llevar a un nuevo nivel el concepto de diversión.
Cierta persona es secuestrada y el objetivo del juego es encontrarla en el menor tiempo posible. El ganador se lleva un auto deportivo de lujo, lo que de por sí resulta tentador. El problema para los participantes es la desaparición de la delgada línea entre la realidad y la ficción, pues no tienen la certeza de que lo visto sea algo actuado o está sucediendo en verdad.
Anteponiendo el espíritu de competencia, las tres parejas se aventuran a su modo a resolver el misterio, y mientras eso ocurre los momentos de gracia aparecen de distintos modos, ya sea haciendo referencias a otras películas o intérpretes de manera burlona o con chistes de pastelazo, sin dejar de mencionar la recrudecida rivalidad que aumenta más de lo acostumbrado entre ellos.
Rachel McAdams y Jason Bateman son los encargados de darle vida a la pareja protagonista en Noche de juegos. La química entre ellos sobresale de forma natural, no se ven forzadas las situaciones ni mucho menos sobreactuaciones en sus papeles, más bien parece que tuvieron libertad en su trabajo para aportar su granito de arena y son capaces de soportar el peso del largometraje.
Al ser una comedia, los guionistas se toman permisos para exagerar algunas situaciones. De repente un problema pequeño se convierte en uno grande a la menor provocación, exagerando las acciones y hasta poniendo a prueba el lado más crédulo de la audiencia. Esto puede llegar a aburrir aunado a los giros repentinos en la historia que tratan de dar en más de una ocasión.
No se vayan cuando comiencen a aparecer los créditos finales, pues hay un par de escenas extras que, más que intrigarnos sobre una posible secuela, aclaran una de las incógnitas planteadas de forma alterna durante la cinta.
Noche de juegos es una comedia con tintes de misterio apegada a la fórmula clásica de este tipo de cintas: hacer reír a toda costa al espectador sin importar qué tan creíbles parezcan los escenarios planteados. Funciona por varios momentos aunque tiene sus partes débiles, sin embargo logra dejarte con una buena impresión.
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