¿Qué pasa cuando una acción heroica transgrede el interés capitalista de una compañía? Simple, busca las razones para convertir a ese héroe en alguien que tomó una decisión equivocada y puso en riesgo la vida de 155 personas que viajaban a bordo del vuelo 1549 de la aerolínea US Airways.
“Sully, hazaña en el Hudson” es una cinta que trata del juicio que vivió Sully Sullenberger, el piloto de un Airbus A320 que acuatizó en las aguas del río Hudson, segundos después de haber despegado del aeropuerto John F. Kennedy en Nueva York; a pesar de sus habilidades, el interés de los medios de comunicación y el público en general, provocaron que se realizara una investigación con el fin de destruir su reputación y carrera. Dirigida por Clint Eastwood, protagonizada por Tom Hanks, como el piloto Sully de la aeronave, y Aaron Ekheart, como el primer oficial Jeff Skiles.
Las películas de Tom Hanks siempre logran despertar empatía con el público, a través de personajes que sufren situaciones que limita sus libertades, pone en juicio su ética y cuestiona sus decisiones; así como en las cintas “La Terminal” y “Náufrago”, aunque “Sully” no logra ser tan grande en comparación. Por su parte, Clint Eastwood hace que nos mantengamos al vilo de la trama sin saber qué esperar hasta que llagamos al clímax de la historia.
¿Lograrán las autoridades aeronáuticas comprobar que Sully pudo haber regresado y aterrizado sin problemas en el aeropuerto JFK?, ¿el piloto podrá defenderse ante tales acusaciones? Las respuestas a estas dos preguntas son las articulantes del proceso que vive el protagonista, a pesar de que el guión presiona el planteamiento narrativo, hacia el final se presenta el momento más conmovedor. Si bien es un drama con muchas situaciones de frustración y autocrítica del protagonista, esta cinta no cansa ni desespera, sino que resuelve un caso que contraviene a la construcción heroica que la gente le impuso al personaje.
Las autoridades aeronáuticas juzgan la decisión del piloto por acuatizar en el río Hudson —nunca se había registrado uno exitoso en la historia de la aviación, al menos con aeronaves A320—, debido a la falla de dos motores que quedaron inutilizados luego de que el avión que pilotaba cruzara una parvada de aves a segundos de despegar y esto los dañara, lo que implicó poner en riesgo la vida de los 155 pasajeros y tripulantes.
Según los primeros reportes y las simulaciones de la empresa que construyó la aeronave, ésta pudo haber llegado sin problemas al aeropuerto y aterrizar sin tener que arriesgar la vida de los involucrados. A diferencia de la película “Fligth” que protagonizó Denzel Washington, en la que a pesar de salvar la vida de la mayoría de los pasajeros, el piloto es juzgado por conducir la aeronave bajo los influjos del alcohol y la cocaína, “Sully” no se enfoca mucho en datos y términos especializados en la aviación, sino que juega con la presión que sufre el personaje principal y en cómo un acto heroico puede convertirse en una imprudencia que lo enjuicie.
La cinta posee efectos especiales modestos, ya que se centra en el valor que requiere tomar una decisión en la que existe una mínima posibilidad de sobrevivir, posee tomas que muestran los rostros de capitanes de ferries que no dan crédito a lo que ven, y las tomas aéreas de las embarcaciones casi danzan junto a la aeronave, que apenas logra flotar en las aguas congelantes del Hudson, provocan un gran impacto visual en los espectadores.
El desenlace es casi liberador, conmovedor y muy predecible, aunque por momentos producirá alguna lágrima nos hará experimentar un “orgullo ajeno”, pues Clint Eastwood se enfoca en la manera de actuar de Sully cuando se encuentra con las personas a las que les salvó la vida, quienes le aplauden y agradecen su decisión, a pesar de los juicios que más que críticos defendían los intereses comerciales de una compañía aérea.
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