“Cumplir años es envejecer, crecer es otra cosa. Es darse cuenta de que la vida no es lo que te esperas. No es justa, ni predecible, ni controlable. Es comprobar que a veces se gana y otras se pierde. Y sobre todo que veces se gana y se pierde al mismo tiempo. Crecer es aceptar la incertidumbre”.
Patrick Ness
Durante el camino que recorremos para crecer, madurar y alcanzar la adultez, perdemos la capacidad de imaginar y crear; de esta manera, la infancia tal vez sea la etapa que más añoramos, pues nada parece ser complicado. También forma parte importante del desarrollo humano, ya que es a temprana edad cuando la educación, valores y enseñanzas son trasmitidos, y estos se reflejarán al ser mayores.
El autor del libro “Un monstruo viene a verme”, Patrick Ness, mismo que lo adaptó para la gran pantalla de la mano del director español Juan Antonio Bayona, nos muestra un lado crudo de la niñez, cuando el protagonista es forzado a madurar a su corta edad.
La historia se centra en Connor O’Malley (Lewis MacDougall), un chico de 12 años que vive en Inglaterra únicamente con su mamá (Felicity Jones), a quien cuida debido a que está enferma de cáncer, además tiene una relación conflictiva con su abuela (Sigourney Weaver), y un padre distante (Toby Kebbell) que se mudó a Estados Unidos con su nueva familia. La escuela también se torna un escenario sombrío, sufre acoso, no tiene amigos y su único refugio es dibujar.
Este drama familiar no es algo nuevo para el cineasta Juan Antonio Bayona, ya que ha realizado los filmes “El orfanato” (2007) y “Lo imposible” (2012), los cuales son ejemplo de la tendencia por abordar la relación entre madre e hijo. Lo más destacable en “Un monstruo viene a verme” (su tercer largometraje), es la combinación de lo fantástico y el drama, pero mantiene un equilibrio entre ambos géneros.
En una madrugada, mientras Connor dibuja, recibe la visita de un monstruo que observa a través de la ventana de su habitación; sin temor alguno, el protagonista lo confronta, no sin antes recibir la advertencia de que en las próximas noches regresará con el único propósito de que sea el oyente de tres historias, y con la condición de que la cuarta sea contada por el mismo Connor:
Monstruo: Te visitaré en las próximas noches, Connor O’Malley. Y estremeceré las paredes hasta que despiertes y, entonces, te contaré tres historias… Y cuando termine mis historias, tú me contarás una cuarta.
Connor: No sé nada de historias.
Monstruo: Me dirás una cuarta, me lo contarás y va ser la verdad.
Connor: ¿¡De qué hablas!?
Monstruo: La verdad que escondes, la verdad que sueñas, vas a contarme tu pesadilla.
Connor: ¡No!
Monstruo: Sí, y esa será la verdad.
El personaje del monstruo no es creado para atemorizar, como ocurre en otros cuentos, sino es una guía, un apoyo hacia Connor para que pueda expresar todo el coraje que guarda, y lo impulse a enfrentar su mayor miedo en la vida real.
“Un monstruo viene a verme” no sólo es una película dirigida a niños a pesar de ser una fábula, es una historia que nos confronta y ofrece un refugio, lo que hace que nos olvidemos de que el verdadero miedo no sólo está presente en los seres imaginarios de los cuentos infantiles, sino en la madurez que conlleva luchar con nuestro monstruo interior.
Juan Antonio Bayona tiene grandes aciertos tanto en la narrativa como en lo técnico, y lo demuestra al ser la gran ganadora en los Premios Goya de este año, llevándose nueve estatuillas de 12 nominaciones, de las cuales destaca: Mejor Director, Fotografía, Dirección Artística, Dirección de Producción, Efectos Especiales y Música Original. Sin duda, es un filme imperdible que conmueve a tal grado de robar lágrimas a más de un espectador, sin dejar a un lado la dura realidad que implica crecer.
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Si también estás pasando por un momento difícil, existe una película animada que debes ver si tienes depresión y necesitas un amigo, pues qué mejor remedio que el cine para hacerte sentir un poco mejor.