Si del séptimo arte se habla, siempre existirá un contraste entre la comercialización del mismo y la corriente alterna experimental. Esta última se centra en una línea de producción con una mayor libertad creativa, temas controvertidos y dramáticos o recursos narrativos poco habituales, enfocándose en dar a conocer un suceso.
En este sentido, todo tipo de película categorizada dentro de lo denominado “cine art house experimental” tiene una característica común: hacer pensar al espectador. La tarea abarca más que contar una historia cuyos principales elementos sean el inicio, el nudo y el desenlace. Se trata de un quiebre en la narrativa tradicional, en el que el desenlace puede ser el principio de la historia y es necesario recorrer el mínimo detalle del nudo para resolver el contexto que la producción audiovisual presenta. A esto se le suma el uso de concepciones del mundo y las críticas al propio medio audiovisual comercial. Siendo así, dentro de este fenómeno artístico existe una serie de películas de las que todo amante del cine debe estar al tanto.
Lost Highway (David Lynch, 1997)
Conocida en castellano como Carretera perdida, es un thriller psicológico que cuenta con elementos surrealistas. La primera parte de la trama se centra en la vida de Fred (Bill Pullman), un insatisfecho saxofonista, y Renne Madison (Patricia Arquette), su hermosa y voluptuosa mujer. Una mañana reciben un mensaje anónimo: “Dick Laurent ha muerto”, acompañado de una serie de cintas de video donde se documenta la vida que ambos llevan dentro de la casa.
A medida que los días continúan, se hace evidente la escasez de apetito sexual del uno por el otro, así como los celos compulsivos que siente Fred hacia su mujer. Este fragmento de la historia finaliza con el saxofonista viendo la última cinta enviada por el emisor desconocido, en la que él asesina a Renne en la habitación que ambos compartían.
A partir de ese momento, la narrativa adquiere un contexto diferente; Fred, como consecuencia del feminicidio cometido, pasa sus días en la cárcel, donde se apropia de la apariencia física de otro sujeto, Pete Dayton, y olvida todo con relación a su vida anterior. Como un nuevo hombre, consigue un trabajo como mecánico, donde termina estableciendo una relación altamente sexual con la novia de un salvaje gángster, la cual es una versión rubia de Renne Madison.
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Aquí se abren infinitas posibilidades de lectura, sobre todo para las críticas cinematográficas. Según el análisis realizado por el escritor español Enrique Vila-Matas, si bien no existe una explicación verídica sobre los sucesos expuestos dentro de esta cinta, lo cierto es que podría tratarse de una alteración de la realidad, aquella en la que Fred construye una fantasía en la que es poseedor de una vida sexualmente activa y es increíblemente exitoso, todo lo contrario a su miserable presente.
De igual manera, existe la posibilidad de que ambas realidades sean fantasías planteadas por la mente atormentada de Fred. Si se analiza el comienzo, el mensaje “Dick Laurent ha muerto” pudo dar pie a una historia creada por el mismo personaje, estableciendo un inicio realista y, posteriormente, un desenlace improbable.
Cabe resaltar que las miles de explicaciones otorgadas a la cinta se deben a que el director se resiste a dar su posición con relación a lo que deseó plantear en el argumento. En este sentido, la carencia de una guía expuesta por Lynch da paso a un mar de dudas y razonamientos. ¿Acaso no se podría pensar que existe un argumento que abarca más allá de lo meramente visual y narrativo? ¿Es posible que la película posea un significado oculto? De cualquier modo, David Lynch hizo lo que muy pocos directores realizan: indagar en los rincones más podridos de la mente del ser humano.
Mullholland Drive (David Lynch, 2000)
En un principio, la idea de Lynch fue crear una serie de televisión. No obstante, la falta de apoyo, tanto monetario como audiovisual, lo forzó a adaptar su idea principal a un largometraje. La cinta se centra en un extraño accidente de coche ocurrido en Mulholland Drive, Los Ángeles. Tras lo sucedido, la mujer que iba en aquel auto quedó inconsciente y, al despertar, se percata de que no recuerda lo ocurrido ni su nombre. En un intento por salvarse, se refugia en una casa para poder pasar la noche.
A la par, Betty, la sobrina de la propietaria, llega al lugar con el único propósito de ser actriz. Al encontrar a la mujer completamente amnésica, decide ayudarla a reconstruir su vida. Se adentran en una aventura en la que el único indicio suficiente para poder anexar el momento en el que ambas se encuentran y desarrollan una atracción sexual, la extrañeza de los hechos durante el accidente de coche y la antigua vida de la desconocida, es su nombre, Diane Selwyn.
Si bien, en este sentido, el argumento parece relativamente normal, lo cierto es que la posición de los elementos de narración da mucho que decir: el comienzo es el final y el final es el comienzo. Nuevamente una estrategia para que el espectador vaya sacando sus propias conclusiones a medida que la cinta toma forma.
Del mismo modo, los acontecimientos desarrollados dentro de la trama principal giran en torno a una serie de características más predominantes de la filmografía de Lynch. Según la crítica realizada por Adrian Massanet en la página Espinof, en Mulholland Drive la sensualidad y el peligro se viven a flor de piel. Es una cinta que abarca un laberinto de sensualidad, sueños, misterios, mujeres viviendo una vida sexualmente activa entre ellas, damiselas en apuros, personajes extremos y atmósferas retorcidas. Es decir, Lynch en su máximo esplendor. Y si para él el hecho de contar con dichos sucesos transmite algo, quizá el chiste no esté en lo que narra, sino en cómo lo hace. Mulholland Drive otorga, por medio de su narración, una serie de momentos que deben enlazarse para que el desarrollo cobre sentido, convirtiéndose en un interesante ejercicio de recepción de información, por parte del espectador, y de dirección, por parte de Lynch.
Pieles (Eduardo Casanova, 2017)
Esta cinta española realizada en 2017 es la ópera prima de Eduardo Casanova. Cuenta la historia de personas físicamente diferentes. Uno de los personajes es Samantha, una atormentada muchacha con una extraña enfermedad que provoca que tenga el ano donde debería estar la boca y viceversa. A ella se le suman Laura, una prostituta sin ojos; Itziar, una mujer obesa que jamás ha mantenido relaciones sexuales; Ana, una mujer con el rostro deformado; Guille, amante de Ana que tiene el rostro y brazos abrasados por el fuego; Vanesa, una mujer con enanismo que sueña con ser madre, y Cristian, un hombre que opta por amputarse brazos y las piernas porque no puede soportar las críticas de su madre.
Todos estos personajes mantienen una característica común: visualmente son poco atractivos para una sociedad con cierto canon de belleza establecido, por lo menos si del físico se habla. A raíz de encontrarse diferentes, se han visto obligados a esconderse, recluirse o unirse entre ellos. Tomando la forma de un filme de terror al principio, poco a poco va guiando al espectador a ver a los personajes, que en un principio se presentaban como algo ajeno a lo cotidiano, como lo que son: seres sensibles. Basada en personajes que brindan a la trama un aire de rechazo, temor y, finalmente, compasión, el mensaje que quiso transmitir Eduardo Casanova es simple: “Las pieles cambian. Las pieles se operan, se transforman. La apariencia física no es nada”.
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Estas tres cintas, que condensan una visión sobre el misterio y lo perverso, fácilmente podrían adherirse a esta lista de 10 películas más difíciles de entender según los expertos en cine.