Cuando quieras aprender algo para tu vida, asegúrate de que eso te cause miedo.
La sensación del frío recorriendo tus huesos y piernas hasta llegar a la punta de los vellos que cubren tus brazos son los primeros síntomas de que estás a punto de presenciar algo que, como enseñanza o trauma, permanecerá en tu mente hasta el resto de tus días recordándote por qué la oscuridad dejó de ser tu mejor amiga.
¿O qué pensabas que era sólo una casualidad que todo mundo le tuviera miedo a los payasos después de ver It en 1990?
El miedo es probablemente el instinto más antiguo que tiene el ser humano y probablemente es éste el que lo hizo llegar hasta la cima de la cadena alimenticia.
Ahora que sentimos que podemos dominarlo, creemos soberbiamente que incluso podemos manipular el terror para convertirlo en arte. No obstante de que algo como esto sea posible, incluso cuando la gran pantalla se ha llenado de películas de terror, muchos de estos trabajos no hacen otra cosa más que hacernos ver lo evidente: el miedo sigue siendo indomable e imposible de controlar, pues después de enfrentarnos a estos filmes conciliar el sueño es un verdadero problema.
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Critters (1986)
Stephen Herek
Cuando se trata de conquistar la galaxia, hasta el lugar más tranquilo y sin sentido de la Tierra puede convertirse en el escenario perfecto para una guerra entre unos hambrientos monstruos y un par de cazarrecompensas dispuestos a terminar con estas criaturas que, de quedarse sueltas, pueden terminar con todo el Universo.
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The Fly (1986)
David Cronenberg
Si hay algo que siempre debemos tomar en cuenta antes de confiar ciegamente en la ciencia es cerciorarnos de que ésta es segura. Debido a que se basa en ejercicios de prueba y error, es mejor nunca ser parte de esos errores que podrían costarnos una especie de transformación silenciosa pero dramática, tanto que incluso podríamos —literalmente— dejar de ser nosotros mismos para convertirnos en horribles criaturas mutantes.
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Creature from the Black Lagoon (1954)
Jack Arnold
Hay quienes aseguran que aún nos hace falta conocer una buena parte del mundo, sobre todo esa que está oculta bajo el mar y que ni siquiera los potentes submarinos han podido revelar. Aunque si seguimos creyendo en la leyenda del Lago Ness, quizá tenemos razones para pensar que en tierra firme hay criaturas desconocidas de las que debemos tener mucho cuidado.
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Village of the damned (1960)
Wolf Rilla
La infancia es el momento más tierno en la vida de una persona, por ello muchos creen que ningún niño es capaz de hacer un daño que vaya más allá de una travesura. Sin embargo, debemos recordar que nuestra confianza en el otro es lo que nos ha hundido en muchos de los hoyos más oscuros de nuestra propia existencia.
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Invasion of the Body Snatchers (1978)
Philip Kaufman
¿Y si eso que ves en los cielos por la noche no son sólo estrellas? Sin darte cuenta podrías estar viendo a la cara a una raza de seres extraterrestres que nos han vigilado durante años, únicamente esperando el momento preciso para ejecutar un plan destructivo en donde el hombre tiene el papel de incubadora viviente para los “hijos” de estas criaturas que posiblemente nunca más volverán a abandonar nuestro sistema solar.
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Braindead (1992)
Peter Jackson
No hay terror sin sangre o alguna parte humana volando por los aires arrojada quizá por una criatura que sólo existe en nuestra imaginación. Lo cierto es que al ver escenas sangrientas y llenas de violencia como las de esta película lo último que queremos hacer es arriesgarnos a que un animal pueda mordernos e infectarnos con una extraña bacteria que viajaba como intruso en su saliva.
https://www.youtube.com/watch?v=lhoUapG53zk
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Post Tenebras Lux (2012)
Carlos Reygadas
¿Qué pasaría si todo a lo que le hemos temido no es otra cosa más que nosotros mismos? El mundo habla del diablo como una especie de animal horrible, pero muchos se olvidan de que la naturaleza del ser humano no es otra más que la de un animal salvaje que ha aprendido “a comportarse” cuando hay gente cerca. Sin embargo la soledad puede hacer de nosotros unas verdaderas bestias.
Cada una de estas películas te acerca a un punto diferente de tus fibras más sensibles, las retuerce y las libera como si estas fueran ligas de hule con las que se puede jugar hasta reventarlas. Sólo que si tú te rompes, ten por seguro que nada ni nadie podrá salvarte de la locura y el temor de no volver a ver la luz del sol nunca más.