Existe una teoría con la que describen el ciclo de la vida como un círculo del que partimos para llegar al mismo punto justo antes de morir. Es decir, nacemos como seres minúsculos, indefensos y casi incapaces, crecemos para ser niños a los que les cuesta diferenciar la realidad de la fantasía, jugando a visitar otros mundos de la mano de amigos imaginarios.
Nos convertimos en jóvenes adultos para volvernos ásperos, desesperanzados y repletos de consciencia, en ese camino nos equivocamos para aprender de cada error, si es que en el intento no perdemos la razón.
Llegamos a ser adultos “completos”, maduramos, comprendemos lo que antes odiábamos, aceptamos lo que antes rechazábamos y buscamos lo que antes negábamos.
La soledad comienza a tomar forma y nos empeñamos en buscar compañía para evadirla, la conseguimos e intentamos conservarla, a veces lo logramos y otras no, pero inevitablemente los años siguen pasando; llegamos a una edad en la que sólo nos importa responder que no a todo y descansar un poco, hasta que poco a poco volvemos al mismo lugar del que partimos. Vulnerables, irracionales, inocentes y un tanto inconscientes, nos convertimos en un alma burbujeante o inestable, como la llamarían muchos.
Vemos de nuevo todo con curiosidad, entendemos la realidad con imaginación y nos importa poco lo que suceda a nuestro alrededor, pues en la vejez ya no hay mucho tiempo para enmendar el daño causado, aunque tampoco quedan días para arrepentirse de todos los errores.
De manera analógica es como podríamos relacionar una enfermedad mental con esa transición cronológica, con la única diferencia de que en la mente de una persona con algún trastorno psicológico no existe demasiado orden.
Jamás se establece una relación entre el pasado, el presente y el futuro, todo se dispara de un momento a otro y aparece cuando menos tiene que llegar y nada se queda lo suficiente coma para marcar una estabilidad, pues para ellos no existe un punto de partida, menos un final certero. La única certeza de una patología mental es el doloroso progreso a través del que la vida de muchas personas se destruye por completo.
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“A veces dudo si una vida tranquila y apacible
me hubiese convenido y, sin embargo,
a veces la anhelo”.
Lord Byron
10. “Ninfomanía I y II” – Lars Von Trier
Manías patológicas: obsesiones que matan.
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9. “La verdad sobre Emanuel” –
Francesca Gregorini
Trastorno de estrés postraumático: la tortura de vivir la realidad.
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8. “Call Me Crazy” – Bryce Dallas Howard
, Laura Dern
, Ashley Judd
, Bonnie Hunt
, Sharon Maguire
Depresión: la inexistente intención de ser feliz.
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El desarrollo de cintas como éstas suele ser tan intrigante como complicado de digerir, pues el progreso de una enfermedad es insufrible tanto para quien padece algún trastorno como para todos los que lo rodean. Ya que de la mano de esta exacerbación de emociones, pensamientos, deseos, manías, acciones, alucinaciones y todo lo que se relacione a dicha patología, vienen una serie de eventos que excluyen a una persona enferma del mundo en el que intenta encajar.
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7. “Of Two Minds” – Jim O’Hanlon
Desorden bipolar: el deseo intermitente de morir.
https://www.youtube.com/watch?v=X6Co3PNe0Ec
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6. “Electricidad” – Bryn Higgins
Esquizofrenia: alucinaciones que se pierden entre la fantasía y la realidad.
https://www.youtube.com/watch?v=8vUjrqFJE3Q
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“Siempre estoy luchando conmigo mismo,
buscando en vano al hombre que dé norte
y rumbo a mi vida”.
Robert Schumann
5. “Frankie y Alice” – Geoffrey Sax
Trastorno de personalidad múltiple: la vacilación entre distintas identidades.
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4. “Blue Jasmine” – Woody Allen
Trastorno obsesivo-compulsivo: la ansiedad que incapacita una vida.
https://www.youtube.com/watch?v=FER3C394aI8
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