Nada es absoluto y todo es relativo, según Albert Einstein; y, en el caso del tiempo, podemos darnos cuenta con facilidad a qué se refiere. En ocasiones nos parece increíble lo lento que pasa el tiempo cuando sólo queremos que un momento determinado llegue, en otras, el tiempo parece perseguirnos con presura sin dejar que hagamos todo lo que tenemos en nuestros planes. En la realidad, el tiempo vive a nuestro lado y nos acecha siempre, las arrugas de nuestro cuerpo comienzan a aparecer, los achaques de la edad hacen que nos demos cuenta del avance de los años y crecemos, física y mentalmente; sin embargo, existe un lugar donde el tiempo no importa, donde pueden pasar un día o toda una vida en un instante.
El cine es nuestro cómplice y aliado en la lucha perdida contra el tiempo. Un relato nos ayuda para jugar con la linealidad del día a día y lograr que la historia impacte. No importa si nuestro relato comienza con la última escena, con la muerte del protagonista, porque en muchas ocasiones será esa toma o frase, la que logre atrapar al espectador y, sin descubrir la interesante trama que hay entre el inicio y el final, no sabemos qué esperar de lo que veremos más adelante.
En la narrativa, esos juegos temporales reciben el nombre de anacronías y consisten en alteraciones temporales del relato que nos cuentan de una manera distinta la historia. Si la historia comienza con el final y poco a poco sabemos lo que pasó antes, se llama analepsis; si, por otro lado, los saltos temporales van hacia adelante y el narrador se adelanta a lo que vivirán los personajes, como con alguna premonición, se conocen como prolepsis.
Dentro de estos relatos, también contamos con diferentes clasificaciones para describir lo que ocurre. Cuando el desarrollo es lineal y cronológico, se le llama Ab ovo; también existen algunas historias que comienzan por en medio, tal vez con el incidente central o clímax de la historia. Esto funciona para crear intriga en el espectador y que ese punto sea el gancho para que el público continúe viendo la película, a esto se le conoce como In media res. Por último existe el In extrema res, en el que los relatos comienzan con el final de la historia.
Te presentamos una selección de películas que utilizan esos recursos para contar su historia.
Memento, Christopher Nolan
En esta película de Cristopher Nolan, el protagonista interpretado por Guy Pearce investiga la muerte y violación de su esposa. Sin embargo, la pérdida de su memoria a corto plazo le hace difícil poder saber en quién confiar. Para llevar una vida más normal, crea un sistema con fotografías y tatuajes que le permiten dejar pistas sobre las cosas importantes. La temporalidad es un ingrediente fundamental en la historia. Dos relatos cuentan la historia: uno lo hace a través de la analépsis y el otro, con escenas en blanco y negro, de manera lineal.
Pulp fiction, Quentin Tarantino
La historia de Pulp fiction entrelaza secuencias temporalmente distintas. Su narración está llena de rupturas temporales, en las que los saltos hacia adelante y atrás siempre están presentes. Estos saltos temporales son los encargados de que el espectador construya las tres historias principales del relato para comprender el orden cronológico en el que ocurrieron. Tarantino logra poner cada escena en el lugar adecuado para que éstas creen una historia coherente.
The killing, Stanley Kubrick
Un robo planeado durante cinco años que el protagonista pasó en prisión terminan en una terrible masacre, debido, sobre todo, a la manipulación de uno de los miembros del equipo. En su película, Kubrick utiliza fórmulas tradicionales pero se sale de lo lineal, lo que hace que el espectador no comprenda la historia del todo hasta que la película avanza. Representa uno de los experimentos narrativos en la construcción no lineal de la historia.
Irreversible, Gaspar Noé
Una película extremadamente controversial por una escena de violación y otra de un violento asesinato que marcaron al filme cuando se estrenó. Pero la propuesta de Noé es mucho más que eso; toda la historia está contada en orden cronológico inverso, con escenas que se cortan y dan paso a la siguiente pista que logrará revelar el misterio. Todo comienza cuando dos hombres buscan desesperadamente al hombre que violó a la novia de uno de ellos para vengarse de él. Todo ocurre en un día, en el que trece secciones contarán la trama de la historia.
Tres colores: blanco, Krzysztof Kieślowski
Kieslowski se inspira en los colores de la bandera francesa para realizar una trilogía de películas. El azul, el blanco y el rojo representan a los valores ya caducos que dejó la revolución: libertad, igualdad y fraternidad. El segundo de ellos, es probablemente el menos aclamado de los tres, puesto que muchos críticos aseguran, los saltos temporales arruinaron la continuidad de la historia. Con una relación muy dañada por la impotencia del esposo, el director decide dejarnos ver cómo eran antes de que todo estuviera mal, como si se tratara de un principio antes del principio.
https://www.youtube.com/watch?v=04wFf9k1uCg
Días de gracia, Everardo Gout
El mundial y el fútbol son los conductores de la historia de violencia y corrupción que se vive en nuestro país. Sin embargo, en esta película de Everardo Gout se realiza con destreza un empleo del tiempo y la continuidad del relato, con un discurso fragmentado que desorienta al espectador y lo conducen a falsas conclusiones, hasta que al final, se da cuenta que las realidades que observa no ocurren al mismo tiempo, sino que unas son consecuencia de las otras.
Eterno resplandor de una mente sin recuerdos, Michel Gondry
La historia de la ruptura amorosa entre Clementine y Joel es contada a través de sus memorias y un salto temporal que harán que tu inteligencia se ponga a prueba cuando la observes. En realidad, el principio del relato es el comienzo del final de la historia. Todo pasa unos días antes o después del 14 de febrero de 2004, en el que el color de cabello de Clementine marca las pautas para saber a qué tiempo se refieren.
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