El término “tragedia” es de origen griego y data de siglo V a. C. Es el nombre asignado por los griegos a una forma específica de obras de teatro, representadas principalmente en festivales. Estas historias, que incluían desgracias y desventuras de héroes y demás personajes de la mitología y la épica, tuvieron entre sus más ilustres y reconocidos representantes a Esquilo, Sófocles y Eurípides. Con sus estructuras narrativas sentaron las bases para el teatro moderno y, consecuentemente, gran parte del cine. El séptimo arte se ha alimentado en numerosas ocasiones directamente de esta fuente y la más reciente producción de Yorgos Lanthimos, The Killing of a Sacred Deer, es un ejemplo de ello.
El realizador sube el volumen a su perturbadora narrativa. Después de Canino, Alps y The Lobster, esta nueva película lo coloca al lado de grandes directores modernos, navegando entre varios temas pero siempre con un norte. The Killing of a Sacred Deer, su segunda película en inglés, se inspira en la mitología griega de la tragedia de Eurípides Ifigenia en Áulide, presentada como metáfora de venganza, dentro de una atmósfera opresiva y tenue, pero también endiabladamente entretenida. Lanthimos está vinculado a una trama de terror muy simple y le da a la misma, así como a la puesta en escena, una pequeña referencia a lo surrealista. Nunca pierde la referencia a la realidad, sino que brota de la crueldad arcaica dentro de un estilo particular para crear una oscura premisa: un padre debe sacrificar a uno de sus hijos con el fin de prevenir un desastre aún peor. El director envuelve a los espectadores dentro de esta macabra trama.
Nuevamente, socavando el paradigma familiar, Lanthimos profundiza su crítica, salvajemente cínica y analítica, en el comportamiento humano y la moralidad que algunos afirman. Al hacerlo, invita a cuestionar el propio comportamiento de las personas, colocando al espectador en la posición singular de catarsis. La recuperación de modelos de códigos de películas de ciencia ficción y fantasía desarrolló una línea estética hipnotizante e impresionante, pero sobre todo ansiosa, ya que la película se mueve inexorablemente hacia la tragedia. Lanthimos toma un escenario monstruoso y despliega todo su horror en él.
La cinta profundiza en las perversiones humanas al centrarse en ellas de manera absoluta e invocar lo abstracto. El guión es firmado por Efthymis Filippou y el mismo director, creando un escenario genial que agita los sentidos con una estética fantástica, lo que le ofrece a la película un resultado radical pero carente de dogmatismo. Al sobrepasarse a sí mismo, asombra, engaña y petrifica mientras deslumbra. Es simplemente paralizante. Al probar la realidad de los personajes, el director resalta hábilmente su personalidad mediante sus interacciones. La frialdad de Anna hacia Kim y su preferencia por Bob son contrarias a la relación de Steven con sus hijos: el hombre es más tierno con su hija y autoritario con su hijo menor. Junto a esta exposición, despierta nuestra curiosidad en torno del personaje de Martin, un adolescente mayor que sus hijos, a quien Steven protege discretamente. Martin presenta su verdadero rostro. Al acusar a Steven de asesinato, le exige un sacrificio. La película luego cambia al simbolismo y pide que el espectador se adhiera a una fuerza que excede toda racionalidad, una fuerza divina, simbólica o metafórica. El escenario entonces se inclina a lo fantástico. Él es un cirujano cardiaco, ella es oftalmóloga. Él no siente nada, ella está ciega. Los personajes son noqueados por una fuerza impotente. Una muerte es necesaria. Martin es “el segador”, que le echa la mirada vengativa a Steven. La cuenta atrás ha comenzado y Steven debe pagar. Lanthimos es tan cruel que se vuelve demente. Como un dios griego, que está furioso. Avanzando para sumergirse un poco más en la incomodidad que prevalece, usando una banda sonora que grita en los oídos.
La puesta en escena es sutil e implacable. Por momentos recuerda a The Shining, de Stanley Kubrick. Al final, toda la historia se ve reforzada por una especie de frenesí del Antiguo Testamento, en lugar de una purificación catártica, que proporciona la antigua tragedia. A pesar del tema sombrío, Lanthimos siempre estimula momentos absurdos de comedia negra, como por ejemplo cuando Anna y su esposo tienen relaciones sexuales. Pero la risa es sólo un alivio.
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Deberías ver estas películas que sólo las mujeres inteligentes conocen y estas otras que sólo entenderás si te amas a ti misma.