Es casi como el fin de una era, una pauta que marca el fin de nuestra niñez y adolescencia. Aunque ya hace muchos años que no somos tan jóvenes, ver Toy Story 4 23 años después de su primera entrega fue como un balde tremendamente frío y un despertar a la realidad. Sin embargo, la vida y el tiempo avanzan inexorablemente, los únicos que se quedaron tal cual son los personajes de la cinta (a excepción de Andy). Verlos con estos nuevos ojos, los de adulto, no quitan los momentos conmovedores, acaso lloramos más por esta historia que nos ha acompañado gran parte de nuestra vida.
Las referencias a Andy
Todo lo que se menciona con relación a Andy está para llorar. Es casi una fijación la que Woody tiene con su antiguo dueño. Todas las memorias que tiene sobre esos años gloriosos junto a su mejor amigo son para sacar los pañuelos. Podría pensarse que después de tantos años la personalidad de Woody podría aburrirnos por lo bien que la conocemos, pero siempre encuentra la manera de hacernos reír… o llorar. Andy constituye el centro de su existencia, y eso es un tipo de amor que muchos nunca conoceremos.
La comunidad de juguetes
Dentro de todo, Woody ha tenido la fortuna de siempre pertenecer a un niño y tener un hogar propio. En esta cuarta entrega, en la búsqueda de Woody por Forky, se encuentra con lo que parece la tierra de los juguetes de nadie, y para ayudarles a tener un destino mejor forma una comunidad para que todos se sientan queridos y con un propósito en la vida: “proteger a alguien”. Estas buenas acciones de Woody son las que nos conmueven hasta las lágrimas.
La liberación de Bo
A diferencia de los demás juguetes, Bo tiene el pensamiento de que lo que la hará feliz es su independencia. Para la vida de Bo no es relevante pertenecer a nadie, no es algo que le dé sentido a su vida. Ella se rige por su propio código moral y sus propias reglas. Estas son algunas de las enseñanzas que Bo le deja a Woody antes de volver a alejarse de él y su pandilla.
La imperdible amistad
La amistad es una de las mejores lecciones que dejan las películas de Toy Story. Desde la 1 hasta la 4 es el único valor que no se pierde, por el contrario, se va fortaleciendo con cada aventura que pasan estos increíbles juguetes. Por supuesto, quien da las lecciones sobre este importante valor es Woody, quien no olvida el amor que le dio Andy y que trata de esparcir a todos aquellos con quienes tiene contacto.
En realidad Toy Story 4 no es una película triste, al menos no como lo fue la tercera parte. En esta última entrega se trata de diversión, diversificación y la exploración de temas más amplios y complejos, algo que nuestras mentes adultas ya pueden comprender. Si quieres saber más, da play a este video:
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