La forma acelerada en la que vive la sociedad moderna hace imposible detenerse a pensar con qué estamos alimentando a nuestro cuerpo. Incluso, en las raras ocasiones en que podemos tomar un respiro, la mayoría pasamos el tema por alto de forma absurda, como si se tratara de algo secundario, menos trascendental que lo que típicamente nos suele preocupar (escuela, trabajo, relaciones, otras obligaciones).
La cultura del fast food no sólo ha invadido nuestros estómagos –lo cual es muy preocupante–, sino que ha conquistado también nuestras mentes, pues en un sistema en el que se prioriza la eficiencia y rapidez sobre todas las cosas, una comida que se obtenga a la misma velocidad en que se mueven nuestros dedos sobre el teclado, la máquina, la herramienta o el volante, resulta idónea para tal labor, sin importar lo que aporta a nuestro organismo.
Depresión y comida chatarra son una combinación peligrosa; sin embargo, es posible generar un cambio en nuestros hábitos alimenticios que al mismo tiempo nos permita consumir sustancias benéficas y nos haga sentir mejor al reducir los niveles de ansiedad y estrés, pues el cuerpo humano es un organismo que está en completa interacción con lo que comemos y todo tiene una repercusión total en nuestro estado físico y mental. Consumir con regularidad los siguientes alimentos para la depresión:
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Avena
La acción de los carbohidratos complejos consiste en mantener un nivel de glucosa en la sangre, estimulando al sistema nervioso a través de la emisión de serotonina, que produce un estado de relajación.
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Pasiflora
Una infusión que tiene propiedades capaces de generar en quien lo bebe efectos similares a los de un ansiolítico, pero de forma totalmente segura, natural y sin contraindicaciones.
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Yogurt búlgaro
El yogurt proveniente de las bacterias del kéfir funciona como un potente estimulador del sistema inmune, lo que repercute directamente en la disminución del estrés crónico y ayuda a mejorar el humor. Sus propiedades son vastas y se reproduce rápidamente.
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Lentejas
Comer habitualmente esta legumbre rica en hierro y calcio estimula el sistema nervioso y regula el ritmo cardiaco de nuestro corazón, evitando la sensación de ansiedad y alejando la tristeza.
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Cítricos
Contienen antioxidantes como la vitamina C, que inhiben la generación de cortisol, hormona responsable de las reacciones del sistema nervioso. La toronja, el kiwi, la guayaba y la naranja son las frutas que mayor cantidad de esta vitamina aportan.
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Vino tinto
El vino tiene fama de ser un ayudante a la circulación. Beber una copa con regularidad protege contra la depresión y ansiedad, pues sus efectos antioxidantes evitan la creación de radicales libres.
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Chocolate negro
Además de ser delicioso y poseer propiedades que estimulan la concentración y el placer, está demostrada la eficacia para reducir los niveles de cortisol, además de que libera endorfinas, que estimulan los sentimientos placenteros.
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Manzanilla
Diversos estudios científicos afirman que la infusión de la manzanilla tiene una acción significativa en la reducción de la ansiedad y el estrés, especialmente efectivo para aliviar la sensación de vacío en el estómago.
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Leche
Además de su gran aporte de hierro, beber leche con moderación bloquea la acción de radicales libres que generan ansiedad. Un vaso de leche tibia antes de dormir es un remedio típico para el insomnio y la ansiedad generalizada.
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Espárragos
Conseguir este alimento puede ser complicado, pero su sabor y sus beneficios lo valen: los espárragos concentran grandes cantidades de ácido fólico, la falta del mismo está científicamente vinculada con la aparición de trastornos de ansiedad y depresión.
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Aunque algunos de estos alimentos requieren una preparación mayor y más tiempo del que ofrece la comida rápida, vale la pena tratar de cambiar los hábitos alimenticios en búsqueda de una vida mejor. Incluirlos en tu dieta te ayudará a reducir la depresión y el estrés. Gradualmente notarás la diferencia entre solamente comer para subsistir y alimentarse de lo que nuestro cuerpo necesita para funcionar correctamente, estableciendo un equilibrio tanto químico como fisiológico y mental, que propicia la consecución de la plenitud del cuerpo y la mente.
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