El tequila tuvo su momento entre la juventud cuando la fiesta estaba en antros con luces multicolores, y la gente bailaba y coreaba “shot, shot, shot”. Después llegó el momento del mezcal, cuando todos querían sentarse alrededor de mesas de aluminio a hablar de conciertos, discos y libros. Muchas bebidas alcohólicas deben su auge al hecho de que no sólo desinhiben a las personas, sino que además crean un ambiente especial alrededor de la experiencia de beberlas. El pulque, la cerveza, el vodka, todas están relacionadas a un ánimo peculiar. ¿Pero qué es lo que pensamos de beber vino y cómo es que ese estereotipo está cambiando hoy?
En la actualidad, un público joven ha comenzado a interesarse en la experiencia de beber vino. La degustación de sabores, aromas y texturas en sitios especializados era un hábito reservado sólo a los enófilos que sabían diferenciar los detalles implícitos en un vino. Sin embargo, el surgimiento de centros vinícolas pequeños e independientes en distintos viñedos a lo largo del país ha generado interés entre los bebedores. En estados como Baja California, Guanajuato, Querétaro y Coahuila se ha promovido el aprovechamiento de los suelos y el clima, y el impulso de la industria vinícola. Estos comercios hacen que la experiencia resulte más accesible y atractiva para todo tipo de personas; incluso aquellas que no tienen un gusto especial por las bebidas alcohólicas, pero que tienen una pasión por experimentar nuevos sabores en la comida y la bebida.
El llamado fruto de la vida no es sólo una bebida, sino un símbolo festivo, un trago ceremonial, una herencia cultural, un vehículo de tradición, una monografía de un microclima o región, un testigo memorial de la cosecha, un exaltador de la amistad, un tesoro de un coleccionista y, sobre todo, un producto que aún en una simple presentación refleja tradiciones y mitologías.
Lo importante no es probar el vino más caro o con más tiempo en barrica; sino conocer el proceso que ha atravesado el vino y la dedicación que las personas han puesto en la producción de una botella. Puede ser abrumador estar frente a una gran variedad de vinos de todas las regiones, pero no hay que temer; se trata de una aventura en la que debes atreverte a probar muchas opciones hasta que encuentres el sabor indicado para tu paladar.
Cada copa de vino cuenta una historia, y para enriquecer tu experiencia debes animarte a conocerla. Saber la historia de la región en la que fue producido, el tipo de suelo del viñedo, los ingredientes y los procesos involucrados, o la historia familiar de sus productores son elementos casi tan importantes como el vino mismo.
Un gran vino es el resultado de la atención a un sinfín de detalles, desde la uva hasta la forma de la copa en la que nos servimos. El tipo de suelo, los rendimientos, al dosage, el élevage, la levadura o el maridaje son factores importantísimos en la viticultura; pero el vino también va de la mano con la Música, la Literatura, la Cinematografía, la Historia y, ¿por qué no?, los desarrollos tecnológicos que se han utilizado para mejorar su producción. Este universo que se genera alrededor de beber vino resulta muy atractivo para nuevos públicos. El vino ya no es una bebida limitada a las galerías de alto renombre o a los restaurantes de precios elevados. Visitar un pequeño viñedo, conocer sus almacenes, escuchar las historias de aquellos que ponen todo el corazón en cada barrica conforma una experiencia que no sólamente es más accesible, sino más profunda e inolvidable.
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Si aún temes ir a comprar un vino, no saber elegir cuál y tener una experiencia horrible, aquí te dejamos algunas recomendaciones para elegir un buen vino; además puedes revisar estos consejos de lo que no debes hacer cuando tomas vino. Pero si ya eres todo un experto, checa las 13 cosas que los amantes del vino deben saber.