En un mundo color beige, donde todas las acciones necesitan de una causa social o mundialmente comprometida, incluso en el cual se masifican avances científicos en el consumo como moda para una estilo de vida in y ultrapersonalizado, hay fenómenos como el gluten free que invaden sin razón a la sociedad humana. Y es que, justamente en ese afán por sentir que podemos llegar a cualquier restaurante o cafetería y tener una atención individualizada que a todas leguas nos creemos merecer, el pedir alimentos con más de tres especificaciones nos da esa sensación satisfactoria de compartir al mundo lo que nos hace únicos y de ser reconocidos por los mismos motivos. Hay todo un statement de autoafirmación y excepcionalidad que nos mueve para llegar a un “laboratorio de café” y pedir un “latte machiatto con leche de almendra, crema deslactosada light, grano orgánico, sin agitador y un panecillo gluten free”.
Comprar, y aún mejor: cocinar un pan sin harina es una de las más actuales fascinaciones para quienes llevan una dieta sin gluten; aunque desconozcan si son o no celíacos, o incluso no tengan la menor idea de lo que significa esa palabra. Situación de bastante cuidado. La celiaquía es una intolerancia alimentaria genética; se calcula que, aproximadamente, 1 % de la población mundial la padece, pero la mayoría es asintomática y lo ignora. En México, por ejemplo, los investigadores han determinado que el 0.68 % de la población es celíaca; es decir, uno de cada 140 mexicanos está en esta condición de vida. El único tratamiento posible es eliminar de la dieta aquellos alimentos que contengan trigo, cebada o centeno. Así que antes de subirte a este infashion, ve a hacerte un examen y ve si tus sospechas son ciertas, o asegúrate de no estar cometiendo un atropello en contra de tu salud.
Por otro lado, consumir pan sin harina es también una solución para aquellas personas que desean una dieta sin trigo o cebada por razones de peso o de azúcar en la sangre; así que, seas celíaco o no, ésta es una buena solución para cualquier necesidad que tengas. Sólo no hagas presunción de ello, porque 1) la principal razón es una enfermedad –y no hay nada de cool en ello– y 2) la otra es una simple dieta que debería vigilar un experto. Si entras en cualquiera de estos dos casos, adelante, a vivir sin harinas se ha dicho.
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1
Ingredientes:
1 huevo
6 cucharadas de leche en polvo
1 cucharada de levadura en polvo (o 1 cucharadita de polvo de hornear)
Complementos:
Para hacerlo salado: una pizca de sal o los condimentos que más te gusten (ajo y perejil, orégano, etcétera).
Esta receta es suficiente para un pan pequeño de dos porciones. Si quieres preparar uno más grande, duplica las cantidades. Puedes usar el doble en claras si quieres evitar las yemas.
Preparación:
En un recipiente mezcla el huevo con el polvo de hornear o la levadura. Agrega la leche en polvo (sin diluir) y con ayuda de tus manos forma la masa sobre una tabla de madera; puedes armar un solo pan o varios más pequeños. Precalienta el horno a 160º y coloca tu pan en un molde para horno; cocina a 180º durante 15 minutos. Déjalo entibiar antes de desmoldar.
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2
Ingredientes:
3 huevos
100 gramos de queso crema tipo Philadelphia
1 / 4 de cuchara de bicarbonato de sodio
1 pellizco de sal
Preparación:
Precalienta el horno a 150º, separa las claras de las yemas y bate estas últimas con el queso hasta obtener una masa suave. En otro recipiente bate las claras y el bicarbonato hasta que esté todo a punto de nieve o turrón; mezcla ambas preparaciones mediante movimientos envolventes y reparte porciones de masa sobre una bandeja, cubierta con papel de horno. Hornea durante 20 o 25 minutos para después dejar entibiar y desmoldar.
Las alternativas para reducir el consumo de harinas es una tarea que puede volverse difícil, pero nada imposible. Encontrar sustitutos saludables con los que preparar pan es una labor que, como dijimos, debe ser por una razón importante y vigilada por un especialista o nutriólogo.
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