Cuando pienso en las mujeres que a diario son destrozadas por el puño de un hombre, humilladas por la boca de un hijo de puta y violadas por el deseo de un cerdo, una rabia descomunal atenaza mi garganta.
Según datos de la ONU, en México se cometen 120 mil violaciones de mujeres al año. Es decir, una cada cuatro minutos, lo cual coloca a este país como el lugar donde suceden más agresiones sexuales contra el género femenino. La violación es antecedida por golpes, agresiones verbales y, en muchos casos, termina en feminicidio. Durante estos ataques, las mujeres también llegan a ser mutiladas, lo cual comprueba que además de asesinos estos machistas y sociópatas son sádicos que se regocijan con el sufrimiento de su víctima.
Por ello, es que el arte de Emilie Steele, nacida en Suecia en 1987, duele en lo más profundo. Sus figuras reflejan, intencionadamente o no, el sufrimiento de la mujer mexicana y en general de todas las víctimas en Costa Rica, República Checa y Dinamarca; otros países donde la agresión sexual contra las mujeres se da todos los días. Lo que Steele plasma en estas fotografías es triste y decadente, cuando uno admira su trabajo el corazón se encoge y quisiera salir huyendo. Al mismo tiempo, una belleza sublime nos hace quedarnos quietos para descubrir la historia detrás de cada una de las muñecas fracturadas que esta artista ha creado. Infelices, solas y rotas del corazón y el alma, destrozadas por amores no correspondidos, descompuestas por una sociedad que no las protege.
Estas muñecas de palidez cadavérica, cuerpos frágiles y rostros quebradizos se contraponen al concepto de la Barbie ideal: alegre, resplandeciente, sonrojada y dispuesta a adornar la casita de madera donde imperan las buenas costumbres y la perfección. El lugar del cual provienen las figuras de Emilie Steele es una mansión lúgubre y rodeada de pantanos, donde la tristeza reina en cada rincón y en la que las habitaciones son desvanes aislados de la luz del sol. Ahí es donde ellas sufren las vejaciones que las han transformado en criaturas diminutas de mirada extraviada, detrás de la que se esconde un gran dolor.
Estas muñecas zombies se retuercen en la miseria. El psiquiatra Francis I. Braceland dijo que “El dolor que no se desahoga con lágrimas, puede que sean otros órganos los que lloren”. La frase cobra sentido al observar los rostros secos de las modelos plásticas de Steele. Su llanto se derrama por medio de cuerpos dislocados, cicatrices o heridas sobre la piel y gritos sordos que nos llegan con sólo verlas.
ok ¿Dónde queda el alma de una mujer tras ser humillada por el hombre en quien tal vez más confiaba? Queda deshecha como una muñeca de tela desgarrada. ¿A dónde se van las palabras de su atacante? Se convierten en sangre, miedo y desilusión, en sentimientos de dolor y perdición.
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Los europeos piensan que, en ocasiones, las violaciones son provocadas. ¿Qué opinas de esta oscura y lamentable sentencia? Por otro lado, Latinoamérica resulta ser un territorio de gran peligro para las mujeres; lee sobre cómo asesinan a una mujer cada 30 horas en Argentina.
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Si quieres conocer más sobre el trabajo de esta artista, visita la página oficial de Emilie Steele.