Nunca me gustó el helado de vainilla, pero gracias a él conocí el amor. Sucedió como una especie de revelación, descubrí que el enamoramiento funciona así:
Llegas a una nevería —que es la vida—, te detienes enfrente de enormes refrigeradores horizontales y sabes que es momento de elegir el sabor de tu helado. Antes de eso tienes que observarlos, miras los colores y las texturas, analizas si tienen chispas, gomitas o trozos de galleta. Uno a uno comienzas a imaginar cómo es su sabor. Al final sabes que llegó el momento de decidirte sólo por uno.
El amor también funciona así: cuando conocemos a alguien no sabemos qué es lo que nos espera, sólo podemos fantasear con cómo será.
No es una elección sencilla; si te equivocas, no habrá marcha atrás. No podrás decir “¿me lo cambia?” Cuando decides le das la primera prueba y piensas que quizá hay muchos otros que tienen mejor sabor, pero que lo que elegiste esta vez de verdad te gusta.
Eso sucede cuando alguien te entusiasma y te hace sentir temor a la vez, te genera la sensación de que te derretirás de un momento a otro.
Conforme lo vas consumiendo puedes notar que la primera sensación de dulzura está desapareciendo y comienza a asomarse la saciedad. Si de verdad te gusta mucho –demasiado–, piensas “Bien, podría comer más… quiero repetir este sabor”, pero si no, dirás “Creo que ya es suficiente, probaré otra cosa”.
También en las relaciones sucede que algunos se vuelven adictos al sabor del otro: se obsesionan con sentirlo, besarlo, olerlo, devorarlo. Hay otras, menos afortunadas, que sencillamente no funcionan al combinarse.
Al final no importa mucho si la elección que hiciste fue la mejor o lo peor que se te pudo ocurrir: sabes que una y otra vez asistirás a la nevería. Una y otra vez tendrás que elegir el sabor de un helado nuevo y de vez en cuando te equivocarás. Quizá con el paso del tiempo encuentres tu sabor favorito, pero hasta que no lo descubras, seguirás probando varios.
Sólo cuando encuentres a tu favorito lo disfrutarás de manera única: se derretirán juntos.
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En trazos oscuros y simples, estas ilustraciones nos recuerdan los primeros momentos del amor. Esos donde es innegable la existencia de amor y calor. Eso que derrite los cuerpos en una fusión única que queremos probar una y otra vez.
Todas estas ilustraciones pertenecen a Lesbazarsde Sev. De esta artista sabemos –gracias a su Instagram– que tiene una inclinación natural hacia los temas de amor y entrega absoluta. Su obra está llena de pedazos de inspiración que toma de la vida propia. Algunas de sus ilustraciones son más intensas que otras; de cuando en cuando suben de tono como si se tratara de una historia de amor pasional. En finos trazos devela los sentimientos más íntimos de mujeres y hombres que se derriten de pasión. Personas normales que subliman los sentimientos a través de sus cuerpos.