Una bomba de impulsos de sangre interrumpe bruscamente el silencio, la vida toca un ritmo de emociones que se hace presente y la pasión de los recuerdos distribuye la sangre por el cuerpo. Ese momento en el que la resistencia de la bomba de la vida vibra aún más fuerte donde se oculta, justo en la cavidad media del tórax, y cuanto más respira el corazón tiene nuevos apetitos: busca alimentarse de sensaciones, experiencias, pasiones, adrenalina y euforia.
¿Qué más puede caber en un corazón con unas ganas de comerse la vida insaciablemente?
La atracción y el deseo provocan fugas de sangre que crean corrientes turbulentas en el cuerpo, sentir un vínculo con la memoria que sólo se lee en un idioma secreto, el entusiasmo de recuerdos felices que alberga el corazón, una baile invisible con la melancolía, la nostalgia, la emoción, el amor, la vergüenza y el temor.
Descubrir que en el corazón sólo cabe la naturaleza de nuestra esencia, la cual es construida por cada momento que experimentamos en soledad o en compañía, es un nutriente que pinta el lienzo de la realidad con la que se ve el mundo.
Con el paso de los años, la máquina de bombeo logra que el corazón tenga un encuentro caótico, irregular e imperfecto con viajes a tierras desconocidas, aventuras que presentan nuevos rostros, tatuajes impregnados de significados en la piel, con aquella vajilla reconstruida con pegamento de la abuela, calles y casas iluminadas de una luz sombría pero vibrante, las plantas que adornan la fachada de una casa marrón, o las hermosas rosas que deslumbran cualquier habitación como símbolo del crecimiento de una nueva vida.
Lo que también guarda el corazón es una colección de experiencias que cantan, bailan y ríen con un ritmo que circula con el estruendo de vivir, resguarda el sentimiento de la delicadeza del primer beso, pues la sangre sigue un cause al borde de la aventura que inicia con un tsunami de frágiles y poderosas emociones para mantente de pie. Por eso, como dice un proverbio chino, “lo que hoy siente tu corazón, mañana lo entenderá tu cabeza”. Y no importa, mientras la vida nos regale historias para atesorar, el corazón será capaz de observar lo que está invisible para los ojos.
Es así como Heliana Adalgiza, mejor conocida como Airch, un gran artista de Rumania que actualmente vive en Lisboa, ha decidido plasmar a través de ilustraciones su herencia, sus sueños, sus recuerdos y todo eso que guardamos en el corazón.
En sus obras utiliza patrones de flores, animales, frutas, planetas, universos y una gran diversidad de composiciones que dan vida a su estilo folk. En el 2014 fue cuando desarrolló este proyecto, de nombre Things that fit inside a heart, para retratar su sentido de la vida y lo que lleva en su corazón. El trabajo se compone de siluetas de corazón que contienen una hermosa noche estrellada, cerámica, plantas, un deliciosa aventura alimenticia, rostros indispensables… todo aquello con lo que se construye un corazón.
Airch usa distintas técnicas para resaltar la belleza de su trabajo: lino, cerámica, acrílico sobre madera, entre otros; sin embargo, la inspiración que la hizo crear este proyecto fue mudarse a otro país, pues el choque cultural y los cambios a los que se tuvo que enfrentar le hicieron recordar que aunque estemos lejos de casa, todo lo guardamos en el pecho lo llevamos a donde sea.
Y tú, ¿qué guardas en el corazón?
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Para conocer más del trabajo de la autora, visita su página oficial: