A un lado de la carretera, en la frontera entre la civilización y la naturaleza, donde los árboles empiezan a superar en número a las casas. Allí, lejos de la metrópoli, sin ayuda tecnológica, señal de telefonía móvil, lavavajillas, microondas, televisores o calefacción, se encuentra una estructura de hormigón que se abre sólo al bosque, como una parada de autobús sólo se abre a la calle.
Como una re-interpretación valiente de la tipología de una cabaña tradicional, en la que las comodidades y lo lujos se encuentran en cada rincón, la cabaña HUTZNHAISL, en la montaña de Fichtelberg, pone a prueba al habitante para hacerlo volver a los elementos básicos; lo lleva a la búsqueda de sus propios límites y lo “empuja” a escapar de lo autoinfligido por la civilización.
Las comodidades de las que la tecnología llena la vida hace pensar en las dificultades climatológicas como algo lejano. El hombre moderno es un recolector crónico. Necesita más y más espacio, como lo demuestra el incremento en la demanda de vivienda por una disminución de la población, específicamente en Alemania, país de origen de los diseñadores de la HUTZNHAISL. La cabaña no pretende ser un juicio de valor, pero sí plantea la cuestión de la relación con los elementos primarios y su valor.
Este espacio se aleja de la dinámica de la vida moderna, en la que todo está “a la mano”, cerca, fácil. La cabaña resulta un alojamiento austero para seis u ocho personas; la calidad de ésta deriva de las cosas tangibles: su interior está hecho de hormigón y la madera utilizada en su interior (sillas, mesas, piso) están hechos de componentes reciclados.
En su interior no hay interruptores que lo aclimaten, si hace frío se deberá prender madera en la chimenea; si el hambre llega, la estufa de acero deberá prenderse, también, con ocote; de esta manera, HUTZNHAISL cumple su tarea de refugio de forma eficiente y sin atreverse a tener características técnicas lejos de las escasas lamparillas eléctricas.
HUTZNHAISL está ideada para quienes la libertad es más importante que las posesiones y las riquezas. Su ubicación, lejos de la comodidad, se eligió a un lado de la carretera de Rittersgrün y Oberwiesenthal, a través de los Montes Metálicos en Sajonia.
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