—Hazme un dragón, acá perrón y grande con letras chinas…
Esa frase que hoy decimos como un chiste justo antes de que un tatuador ponga sus agujas sobre nuestra piel, en realidad fue una petición común a finales de los ochenta y a lo largo de la década de los noventa. Gracias al repentino éxito que tuvieron las películas de Bruce Lee y cuantas tenían dentro de sus historias alguna escena de artes marciales, todos los símbolos orientales —incluyendo los dragones— invadieron todos los espacios, incluyendo el cuerpo de algunas personas que, sin saberlo, estaban imitando los tatuajes tradicionales de la mafia Yakuza.
Los miembros de esta “pandilla” japonesa se realizan chalecos de tinta conformados por figuras tan emblemáticas como serpientes, guerreros samurai, geishas, peces koi, demonios o dragones, siendo estos últimos los más comunes de todos. La importancia de estos seres mitológicos está basada en la protección que brindan a quienes se encomiendan a ellos, pues se trata de espíritus protectores y creadores que habitaban la Tierra incluso antes de que el primer ser humano la pisara.
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Mientras para las culturas orientales estos animales eran señal de paz, buena fortuna y armonía, en Europa las opiniones alrededor de su figura eran variadas.
En los pueblos que practicaban el cristianismo, debido a su forma de serpiente, los dragones fueron vistos como seres infernales y destructores del mundo. La gran bestia del Apocalipsis es un dragón e incluso el mismo Diablo es representado como tal. Sin embargo, para las regiones paganas de Europa, al igual que en China, el dragón era visto como símbolo de protección y buena fortuna; los vikingos creían que el Nidhogg, más allá de destruir el mundo, los protegía de los antiguos espíritus del mar, es por ello que adornaban sus barcos con la cabeza de este animal.
Los celtas creían que los bosques estaban llenos de dragones que protegían estos espacios de cualquier fuerza amenazadora; eran animales sabios y conocedores de todos los secretos de la naturaleza, es por ello que algunos magos trataron de domesticarlos y controlarlos. Posteriormente pasaron a ser símbolos de la milicia debido a la fuerza y poder que representaban.
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Incluso en América existen algunas leyendas sobre dragones capaces de proteger e instruir a todo un pueblo.
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Si consideramos que en Mesoamérica, especialmente en las regiones controladas por el imperio mexica los dragones tenían un carácter divino, siendo Quetzalcóatl el más famoso de todos, nos daremos cuenta de que incluso cuando son vistos como símbolo de maldad, estos animales siempre tienen como propósito principal darle cierto equilibrio al Universo, es por ello que quienes buscan algo más que «un dragón, acá perrón, con letras chinas», prefieren representar a estos seres como la señal indiscutible de que en sus vidas existe cierto equilibrio, mismo que los ha enseñado a fluir armoniosamente, sabiendo que en sí mismos existen al menos dos fuerzas contrarias que no luchan entre sí, sino que subsisten armoniosamente en un solo espacio.
Al final del día, la connotación que cada quien decida darle al dragón que lleva tatuado es completamente libre, tanto como lo son los protectores del bosque o los guardianes del mundo que han decidido quedarse en la piel de una persona para que ésta no tenga miedo de enfrentarse al mundo que le rodea y sea capaz de vencer cualquier obstáculo.