Milan Kundera dice en su obra “La insoportable levedad del ser” que: «La carga más pesada nos destroza, somos derribados por ella, nos aplasta contra la tierra. Pero en la poesía amatoria de todas las épocas la mujer desea cargar con el peso del cuerpo del hombre. La carga más pesada es por lo tanto, a la vez, la imagen de la más intensa plenitud de la vida. Cuanto más pesada sea la carga, más a ras de tierra estará nuestra vida, más real y verdadera será. Por el contrario, la ausencia absoluta de carga hace que el hombre se vuelva más ligero que el aire, vuele hacia lo alto, se distancie de la tierra, de su ser terreno, que sea real sólo a medias y sus movimientos sean tan libres como insignificantes».
¿Como escapar de esa carga? De múltiples maneras, cada una de ellas tan liberadora como las demás: viendo la vida sin pretensiones, olvidando falsas expectativas. Entendiendo nuestra existencia como una experiencia libre de posesiones y de sentimientos no correspondidos. La ligereza viene cuando somos capaces de vencer el peso de nuestros miedos, mismos que nos impiden volar hacia lo alto para ser independientes.
«Entonces, ¿qué hemos de elegir?, “¿el peso o la levedad?”», reflexiona Kundera. «Este fue el interrogante que se planteó Parménides en el siglo sexto antes de Cristo. A su juicio todo el mundo estaba dividido en principios contradictorios: luz-oscuridad; sutil-tosco; calor-frío; ser-no ser. Uno de los polos de la contradicción era, según él, positivo (la luz, el calor, lo fino, el ser), el otro negativo. Semejante división entre polos positivos y negativos puede parecernos puerilmente simple. Con una excepción: ¿qué es lo positivo, el peso o la levedad? Parménides respondió: la levedad es positiva, el peso es negativo».
No podemos ser luz sin ser sombra, así como no podemos ser hombres sin mujeres. Somos una constante dualidad que se complementa de lo que somos y de lo que los demás son. Vivimos entre el odio y el amor. Es imposible desprendernos de los complementos que nos conforman, renunciar a ellos sería evadir nuestra cualidad humana. No podemos volar si no hay un suelo del cual desprendernos.
«¿Tenía razón o no? Es una incógnita. Sólo una cosa es segura: la contradicción entre peso y levedad es la más misteriosa y equívoca de todas las contradicciones». La incógnita de la insoportable levedad del ser es uno de los elementos que mejor definen a nuestra humanidad, así como a nuestros deseos de trascender, de elevar el vuelo hacia otros mundos y de explorar los terrenos prohibidos de la realidad. ¿Qué mejor manera de representar este levedad que por medio de una pluma ligera y volátil? De esa manera podemos simbolizar nuestra condición como seres terrenales, la cual nos lleva a desear un par de alas para emprender el vuelo por los aires.
Esta es una de las frases más hermosas de la obra maestra de Kundera: «Quien busque el infinito, que cierre los ojos». La tinta inmortalizada en tu piel es una vía para alcanzar la eternidad de tu vuelo personal. Podríamos añadir a las palabras del autor checo: «Quien busque el infinito, que lo porte en su piel».
«Aquel que quiere permanentemente “llegar más alto” tiene que contar que algún día le invadirá el vértigo», dice Kundera en una de las brillantes páginas de “La insoportable levedad del ser”. Aun bajo esa amenaza, todos anhelamos llegar lo más alto que podamos para descubrir los misterios de nosotros mismos, de nuestro futuro y de la vida. El temor que sentimos en pleno vuelo es la increíble prueba de que estamos vivos y esa sensación por supuesto que merece ser plasmada en tu piel.
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Fuentes:
Kundera Milan, “La insoportable levedada del ser”, Francia, 1984