Lo que hoy sientes ya lo habías experimentado antes. Según el psicoanálisis, todo lo que vivimos en la etapa adulta es sólo la reedición de los pensamientos y sentimientos de la niñez. Nada es nuevo, todo es un recuerdo.
Gracias a Sigmund Freud descubrimos que nunca olvidamos; en el inconsciente siempre quedan restos del pasado esperando la oportunidad de manifestarse. También aprendimos que la represión es un fenómeno que aparece como mecanismo de autodefensa para mantenernos libres de sufrimiento: para permanecer a salvo el inconsciente “suprime” partes dolorosas y/o poco gratas.
Freud demostró que los sueños, la hipnosis y los actos fallidos —que son “errores” espontáneos e involuntarios— son las pruebas de que el inconsciente existe. Por lo que es inevitable que, de vez en cuando, algunos destellos de deseos reprimidos se escapen por nuestro consciente.
Cuando somos pequeños somos especialmente vulnerables, no sólo porque físicamente somos débiles y necesitamos de los demás para subsistir, sino porque nuestra recepción emocional es particularmente intensa. Somos seres nuevos en el mundo: todo lo vemos por primera vez y por lo tanto no hay prejuicios que condicionen nuestras experiencias.
¿Por qué tiene sentido saber todo esto? Porque de esa manera se explica el hecho de que todos reprimimos sensaciones de insatisfacción y ansiedad en mayor o en menor grado.
Todos hemos vivido experiencias que nos lastimaron hondamente. Esos suceso no tuvieron que ser graves o verdaderamente traumáticos para que nos afectaran. Desde un manotazo de mamá cuando desobedecimos, hasta un “no eres bueno en nada” o “eres un niño malo” del profesor queda en nuestro inconsciente de manera permanente y, aun después de años, el dolor de esas palabras y sensaciones persiste dentro sin que entendamos por qué.
Naturalmente, quienes vivieron episodios de violencia más severos tienen más probabilidad de desarrollar conflictos emocionales y psicológicos importantes. En sus mentes se resguardan temores del pasado y pensamientos recurrentes que les impiden sentirse bien. Lo intentan una y mil veces, pero la insatisfacción regresa a ellos cada vez.
Según un artículo de Cecilia López, miembro de Psicoanálisis México:
«El problema es que, una vez mandado, lo reprimido no se almacena tranquilamente en lo inconsciente, sino que se requiere de un esfuerzo constante para mantenerlo alejado de la consciencia, implicando un estrago perpetuo en el aparato psíquico».
También agrega:
«Cuando entra en operación la represión, solamente se desaloja de la consciencia el evento o pensamiento en sí, no el sentimiento o afecto. Para explicarlo de otra forma, se separan uno de otro y el evento o pensamiento se olvida, mientras que el sentimiento queda rondado por el aparto psíquico, adhiriéndose a otras vivencias sin poder ser tramitado».
Es decir, sabemos que nos sentimos mal, pero no sabemos por qué. Nuestro consciente sólo sabe que hay una emoción dolorosa pero no reconoce la causa.
Estas ilustraciones son de un artista anónimo conocido en Instagram como “Xhxix”. Todas ellas parecen ser una especie de catarsis, un embudo de emociones pasadas que el inconsciente ha albergado y reprimido. Los rostros y ojos de estos personajes nos muestran cómo todos somos representados por el cúmulo de dolores, miedos y decepciones que vivimos desde que llegamos al mundo.
Toda la obra de Xhxix está fabricada de manera digital; sin embargo, su estilo realista nos permite lograr una conexión emocionalmente profunda con cada ilustración. Su serie entreteje una especie de realidad alterna en medio del esperanzador sueño y la dolorosa realidad.
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Si quieres conocer más sobre diseño, no puedes perderte las ilustraciones de los pensamientos masoquistas de una mujer perdida y descubre otras sobre los monstruos de tu pasado que no te dejan avanzar.