Me gusta que me tomes de las manos mientras no dices nada; cuando tenemos prisa y tus manos sudan mientras repites que sí llegamos una y otra vez. Quisiera revolver tu cabello y decirte que no estoy preocupado, que las personas siempre llegan a su destino en el momento adecuado. Así llegaste tú. No te necesitaba, simplemente llegaste a mejorar mi vida porque sí y decidiste quedarte. Por eso pienso que nunca llegaremos tarde o temprano, aunque si llegamos juntos todo va a estar bien.
Compartimos pocos momentos juntos, sólo te veo, te beso y nos vamos, ¿estaremos realmente juntos algún día? Lejos de nuestras preocupaciones, lejos del mundo; quiero que tengamos un espacio para nosotros solos y que estés bien y me hagas sentir de la misma manera. Aunque ya lo haces, espero que sea para siempre, porque en serio me llena tu presencia y la manera en que me miras cuando parece que no te escucho, pero lo único que hago es preguntarme qué es lo que hice para que llegaras.
Tal vez suene estúpido, pero todo lo que pienso al estar contigo es que al otro día podamos permanecer juntos y así durante semanas y meses. Todo el tiempo que necesitemos, espero —necesito— tenerlo algún día para despertar y volver a ver tu sonrisa. Mientras duermo sueño contigo y en todo lo que podríamos hacer si no estuviéramos durmiendo. Sé que suena enfermo u obsesivo, supongo que eso es lo que se siente cuando alguien tiene miedo de perder a quien ama, sobre todo porque sé que si existe algo incierto eso es el destino del que cada uno es dueño.
Seguimos corriendo, mi mano está helada por tu sudor y el mío enfriándose mientras nos apresuramos para “no llegar tarde”.¿En serio quiero llegar? Quizá nunca volvamos a compartir un momento tan íntimo. Quizá el destino quería que justo ahora me diera cuenta de que te amo… Te amo, maldita sea, deja de correr para decirte que te amo y que me duermo pensando en ti y en la manera en que me miras. Que nos imagino bailando la canción más tonta, que pienso en todas las obras de arte que podríamos reproducir con nuestros propios cuerpos. Maldita sea, ya deja de correr…
Vuelves a decir que ya casi llegamos, pero ¿quién te dijo que quiero llegar? Me gusta pensar en ti mientras camino o corro, en todo lo que haríamos si estuviéramos solos, si esta maldita prisa no nos invadiera ¿Qué estaríamos haciendo? Posiblemente estaríamos compartiendo nuestros sueños y tratando de volverlos realidad de una forma modesta pero sincera, donde cada uno se sienta completo de una manera sencilla, sin tantos adornos, sólo nosotros dos y el mundo vacío que nos rodea.
No me sueltes la mano. No quiero llegar. Quiero volver a imaginarme todo lo que seremos, no quiero correr… todo el mundo llega a su destino o si no, el propio destino es quien espera para alcanzarnos en el momento preciso. Justo cuando no lo necesitamos ni esperamos a que algo bueno pase. Ahora lo entiendo, personas como tú no vienen a salvarnos la vida, sino a mejorarla.
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Las ilustraciones son de Carolina Zúniga. Si quieres ver más de su trabajo, puedes seguirla en Instagram.