«Una chica del montón es la que dice “Estoy llegando” cuando todavía está en la ducha; la que es adicta a las series, la pizza y el chocolate; la que piensa que leer los botes de champú en la ducha cuenta como estudiar portugués; la que busca sus síntomas en Internet y deduce que le quedan veinticuatro horas de vida, y la que encuentra cualquier excusa para no salir a correr, incluso quedarse en casa por si llama Ryan Gosling», eso es ser del montón según alguien que entiende el miedo de pertenecer a ese grupo y las torpezas que nos pasan a todas las mujeres.
Claro, nadie quiere ser del montón, pero ¿de verdad es tan malo?
Nuestra generación parece estar obsesionada con convertirse en los héroes del mundo, en resaltar de entre todas las personas. Usan bigotes raros, crean personalidades bizarras y buscan arduamente tener un punto de vista único del mundo; quieren ser artistas, pensadores… pero la verdad es que muchos no quieren eso. Para algunos de nosotros la felicidad se encuentra en otras cosas, en las pequeñeces que nos ofrece el mundo, en nuestros éxitos miniatura y en sobrevivir un día sin cometer alguna tontería… al menos.
Y es que aceptémoslo. La idea misma de ser única y parecer un modelo de vida provoca ansiedad. Así como cuando buscábamos la individualidad en la adolescencia, cometer cualquier error es un miedo constante que nos atormenta y que nos hace sentir peor cada vez que fracasamos en hacer algo.
Digamos: al carajo con esas ideas y seamos nosotras mismas, sin presiones y sin querer ser únicos. Pertenezcamos al montón porque somos quienes disfrutan más de la vida y no requieren una enorme recompensa para sentirse satisfechas. Amemos nuestros logros por pequeños que sean y aceptemos que nuestra versión de la felicidad no es menor, sino diferente.
Dejemos de tener miedo de…
Romper con la dieta
Tener un maquillaje perfecto
… (o de no saber usarlo)
De tomar siestas por la tarde
… y sentirnos como inútiles al despertar.
De sentir pánico al ver un diagnóstico de Internet.
(Sí dan miedo).
De quedarnos dormidas durante una película seria.
De pedir postre aunque ya estemos llenas.
De caer en las mentiras de nuestras mejores amigas.
De hacer el ridículo en público.
De no terminar de leer un libro.
Y de otras tonterías…
Laura Mesa, la responsable de Chica del Montón se describe a sí misma como una chica común y “alguien del montón”. Sus ilustraciones no sólo son un retrato humorístico de lo que hemos vivido en algún punto por miedo a ser vistas como torpes o “no diferentes” en este mundo tan obsesionado con la individualidad. A pesar de que son situaciones comunes es inevitable reflejarnos e imprimir nuestro propio sentimiento, dándole así su toque especial, liberándolo del “gentío” y nos hace especiales.
Así como señala su última ilustración, todos pasamos por los mismos momentos en algún punto de nuestras vidas. Por mucho que lo intentemos, siempre seremos del montón porque a final de cuentas, todos somos personas y cada uno tiene metas e ideas diferentes. A algunos les gusta sentirse superiores a otros pero eso no borra el hecho de que todos estamos creados con el mismo material y cuando estemos muertos, también seremos parte de otro montón.
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