Escucha la siguiente canción y atiende la letra.
«Hambrienta de tu sexo», dice Lita Ford en el coro. Gracias a esta canción y esta frase, la guitarrista más asediada del mundo musical era castigada por la radio y algunos canales de televisión, incluso la prensa le dio un veto temporal debido a que solía cantar sobre sexo, perversiones y drogas, justo como lo hiciera cualquier músico de los ochenta. Ella acostumbrara tener experiencias post conciertos en las que invitaba a los fanáticos más alocados de la audiencia a pasar noches enteras con ella. Lucía un vestuario ligero sobre el escenario y entre sus conquistas se encontraban los músicos más importantes de la época. Pero no era tan sencillo vivir de esa manera. Lita se enfrentaba a los prejuicios arraigados de una sociedad machista.
En entrevistas, Ford aseguraba que amaba el placer que el sexo le brindaba y, por lo consiguiente, disfrutaba de practicarlo con regularidad con cuantas personas pudiera y de las formas que se le ocurrieran tanto a ella como a sus parejas. De este modo, ella iba por el mundo cantando abiertamente sobre sus deseos sexuales y sobre la necesidad de las mujeres por sentirse queridas, amadas y deseadas; aunque esto implicara ser callada en repetidas ocasiones. Se trataba de hacer que las chicas de la época no fueran simplemente groupies o que estuvieran esperanzadas con el molde de vida que se les había impuesto, sino de salir adelante con todo y las adversidades que se les ponían enfrente y que, a decir verdad, en la actualidad siguen persistiendo. Lita dice en su autobiografía que sólo buscaba ser libre como cualquier hombre.
A pesar de ello, aún hay personas que se niegan a verla como una de las mejores guitarristas del globo y se rehúsan, incluso, a darle una oportunidad. Ella sigue hablando sobre la manera en que ejerce su derecho al sexo y a la diversión con respuestas tan irónicas como las que Claudia Chanhoi plasma en sus ilustraciones. Al igual que Lita, Chanhoi es una mujer irreverente que conoce su cuerpo y lo explora con frecuencia. De igual manera, se intenta sumergir en la mente masculina, misma de la que se apropia para tratar de entender cómo es que funciona su pensamiento y cómo ven el cuerpo femenino, y al mismo tiempo es una burla de cómo los hombres observan a las mujeres.
Entonces, con penes representados por pepinillos o cactus, la ilustradora muestra el lado perverso y “mal pensado” que guardan las mujeres, pero que más que eso, es un lado sexual que ha estado reprimido por mucho tiempo. Pone senos, pezones y clítoris para poder externar su perversión. En sus dibujos deshace en pequeños cuadros y corta las figuras en múltiples piezas para enseñar que debajo sólo hay más de lo mismo. Nadie tiene por qué verlos como algo inusual ya que son sólo piel.
Aunque Claudia Chanhoi pone en tela de juicio este pensamiento, puesto que juega con las figuras y pone un clítoris con un pepino cavado en él. Lo mismo pone unas pompis colgadas de una ventana que un pezón cerca de una boca. Una línea de senos, pantaletas transparentes y otras con vello púbico. Un clítoris despertando al sol y una mano sobre el trasero de alguien más. Todo ello son las maneras de expresarse de la ilustradora, quien ve con sarcasmo y ojos de chico la heterosexualidad, la vida en pareja y la modernidad. Todo ello se conjuga de manera magistral para hacer entender a las mujeres modernas que no hay nada de malo en mostrar su cuerpo y en conocerse, tampoco en los deseos sexuales ni en las decisiones sobre el cuerpo. Todas las mujeres son libres de elegir el camino que deseen para tener una mejor vida íntima.
«Estoy fascinada por la perspectiva y el poder cambiantes. Desde el comienzo del feminismo moderno hemos recorrido un largo camino hacia la liberación de la sexualidad femenina. Las mujeres más jóvenes tienen todo para creer y saberse tan sexuales como para expresarlo como mejor lo deseen».
Así opina la ilustradora, quien en el afán de cumplir con las leyes del feminismo actual crea dibujos de partes íntimas incrustadas en artículos convencionales. De esta forma es como ella demuestra el poder que cualquier mujer actual posee, mismo que es capaz de mover masas y a una serie de haters en Internet que se burlan de sus dibujos.
Con esto en mente, la diseñadora piensa como Lita Ford. Las mujeres son fuertes, morbosas y gustan del placer, sin importar si son mal vistas o si el feminismo es pensado (por muchos) como una excusa para ser libres. ¿Qué importa si es un pretexto o en verdad funciona? El punto central es ser libres y recuperar el amor propio, la confianza y la valentía.
Conoce más de la ilustradora en su cuenta de Instagram
**
Si eres una mujer pervertida, seguramente amarás estos tatuajes ya que el placer puede pasar a segundo término.
