Pudiendo llevar un Armani, un Balmain, un Schiaparelli, un Dior o un Ralph Lauren, Natalia Lafourcade decidió usar un vestido de confección mexicana durante su presentación en los Oscar. Según lo dio a conocer la propia cantante, su hermosa vestimenta fue obra de un amigo suyo, Francisco Cancino.
Esta decisión nos alecciona de muchas maneras, pero quizá la más importante es desmentir que “el peor enemigo de un mexicano, es otro mexicano”, pues esta fue una manera de poner en alto el nombre del talento nacional y gritarle al Universo que en nuestro país se hacen cosas que están a la altura de cualquier lugar del mundo.
Semejante fue el caso de Guillermo del Toro, quien en dichos premios fue galardonado como mejor director por La forma del agua; justo días antes de su premiación retuiteó desde su cuenta personal el trabajo de Gabriel Pacheco, un ilustrador mexicano con el que, podemos afirmar, tiene muchas semejanzas.
A decir verdad, la inspiración parece ser mutua. Parece que ambos tienen un diálogo inconsciente, no explícito. Incluso, da la impresión de que estas ilustraciones y el trabajo fílmico de Del Toro son pedazos de una misma realidad. Aquí las razones:
Ambos utilizan una gama de colores contrastantes jugando con los tonos pálidos y vívidos en perfecta armonía.
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En ambos encontramos escenas donde los sueños dialogan con la realidad. Sirenas, humanos volando, naves fantásticas, hadas, brujas y todo un universo de extraña fantasía.
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Sus personajes nos enfrentan con nuestros miedos más profundos. Se trata de seres que parecen la interpretación de nuestro inconsciente haciéndonos cuestionar el origen de nuestras inquietudes.
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A pesar de la profundidad de sus temas, su estética se alimenta de la fantasía creativa. Aunque a veces sesgado, el sentido del humor está presente en ambos autores.
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Existe una extraña pero sumamente hipnotizante relación entre lo infantil y lo tétrico. Nos da miedo pero, al mismo tiempo, resulta ser una especie de ternura pueril y espontánea.
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Y además, al verlas no dejamos de pensar en La forma del agua. Toda la estética de la cinta, el uso de colores azules, verdes y grises lo vemos también en el trabajo de Pacheco.
Gabriel Pacheco es un ilustrador chilango que nació en el primer cuadro del Centro Histórico. Su trabajo de ilustración se extiende hacia el cine, la literatura y la poesía.
«Creo en la deconstrucción y en la metafísica del arte. Actualmente me obsesionan tres conceptos: lo ambiguo, lo improbable y lo incierto», dice desde su página oficial. Este artista estudió escenografía en el Instituto Nacional de Bellas Artes especializándose en dibujo y figura humana, algo que queda claro con estas imágenes.
Si llegaste hasta aquí, has visto similitudes con El laberinto del fauno, Los ojos de Julia, La cumbre escarlata y, seguro, La forma del agua. Es asombroso y motivante ver cómo el talento mexicano se apoya en sí mismo inspirándose de manera mutua para sobresalir en el resto del mundo.
No sólo son ilustraciones, cada una de ellas son obras de arte en sí mismas. Las formas, los colores, las texturas, parecen dialogar con el espectador sumergiéndolo en una hermosa realidad onírica.