Nunca tenemos lo que deseamos, es una ley en la vida y —aunque nos pese— es real. Qué desafortunados somos los humanos, mirando siempre más allá del horizonte, buscando aquel punto detonador de la sonrisa, ese pequeño cosquilleo en la boca del estómago, ese sentimiento de paz que acompaña a la autoestima mañanera, misma que todos tenemos al echar el último vistazo en el espejo antes de salir. ¡Qué patéticos somos!
Basamos nuestra felicidad en la opinión de alguien más, es el “visto bueno” de un ser vivo ajeno para el cual nos vestimos nos peinamos, nos acicalamos. Sin embargo, hay ocasiones en las que esa persona ni siquiera lo nota. Somos invisibles, pero al menos, tenemos la certeza de que si llega a acercarse, las dos horas que le quitamos a nuestro plácido sueño en la mañana habrán valido la pena. Pero ¿por qué ponemos nuestra felicidad en lo que opine “ese alguien” de nosotros y nuestra apariencia?
La felicidad millennial se basa en la aceptación de aquél que nos mueve el corazón, la persona con la que soñamos cada noche, aquél que imaginamos dándonos un beso en la nariz mientras nos ataca una tormenta y que con un abrazo podría calmar nuestra furia. Esa es nuestra forma de sonreír a la adversidad, pero no es lo único que debería sacarnos una sonrisa absurda y patética, esas que lucen idénticas a una operación con colágeno, pero no tenemos opción.
En España se llevó a cabo un estudio con algunas parejas millennials, así como con solteros pertenecientes a esta decadente, extraña y fatal generación en el que se observó —casi paso a paso— la felicidad y sus causas. Reveló, entonces, que desafortunadamente, crecimos en medio de un cambio de mentalidad mundial. Es decir, mientras se nos educaba con princesas indefensas, también teníamos como estandarte a mujeres fuertes que ponían en alto el nombre de México. Es por ello que aunque cada vez nos importa más nuestro propio cuerpo y bienestar, no dejamos de lado la fuerza y valor que tenemos las mujeres. De este modo, podría parecer absurdo que deseemos estar con alguien si con nosotras mismas nos basta, pero es realmente bello permanecer en una relación en la que podemos entendernos con alguien sin presiones ni malentendidos.
No es que sea indispensable en nuestras vidas, pero aceptémoslo, llegar después de un día de trabajo y sentarse a hacer nada en el sillón es lo más relajante del mundo, pero si de pronto llega ese ser amado, no nos queda más que acurrucarnos en su regazo y sentir latir su corazón. Sí, tal vez se acelera de la misma manera cuando ve el tráiler de la nueva película de Marvel, cuando su banda favorita anuncia un concierto o cuando su mascota corre veloz a sus piernas; pero con nosotras es mucho más significativo y hermoso. Sentir el tic tac de alguien más es una de las cosas más placenteras de la vida y quien diga o contrario, es porque no ha sentido el palpitar indiscriminado de un corazón en el oído.
Besos inocentes, manos entrecruzadas y abrazos que protegen los hombros del frío. Todo ello se ha vuelto valioso en nuestras vidas, a pesar de ser independientes y fuertes. No importa, el amor verdadero no significa estar atado o en prisión. Se trata de ser libres y de recorrer el camino con alguien a un lado o solo, eso no es relevante. Lo verdaderamente importante es AMAR.
Luiza Bione tiene esto tan claro que se dedica a ilustrar todas esas situaciones que deseamos con tanto fervor y que por algún motivo en estos años millennial nos es muy difícil demostrar. No tiene nada de malo amar a alguien o dedicarle tu tiempo y espacio. De eso se trata su filosofía: haz lo que quieras y sé libre sin importar el “qué dirán”. Es por ello que todas sus imágenes nos remiten a alguna anécdota hermosa, pero también nos hacen desear un romance interminable lleno de locuras, de detalles incomprensibles y claro, de un sinfín de aventuras.
Bione titula su cuenta en Instagram “Hello! I’m Lubi” y con una técnica sencilla, pero atrapante, nos muestra la realidad de muchas de nosotras. Pone pequeñas señoritas jugando con sus amigas, su novio y sufriendo en plena crisis existencial, es decir, temas muy ad hoc con la vida diaria y el amor. Por ello, los colores que predominan en sus creaciones son sencillos, pero llamativos. Las siluetas son un constante recordatorio de la naturalidad de las personas y claro, los entornos en donde las plasma son escenarios del día a día.
Gracias a “Hello! I’m Lubi” y su creadora, podemos vernos desde afuera hacia adentro. Sabemos lo que somos y cómo es que nos comportamos, pero en definitiva, Luiza abre sus dibujos para explicarlo de mejor manera por medio de líneas simples, colores increíbles y rostros que denotan ternura y pasión, esa misma que ella le pone a su arte y que resulta ser el pensamiento colectivo de todas las mujeres millenials. Sigue su trabajo en su cuenta de Instagram.