¿Cómo es el orgasmo?
Apostar por una especie de orden del placer masculino es un reto de proporciones titánicas, no por el trabajo que pueda costar el hecho de describir un momento tan subjetivo como éste, sino por el breve instante en que éste sucede. Es cierto que a veces basta una caricia para que el placer aparezca en el cuerpo de una persona, y éste se va volviendo cada vez más fuerte e intenso; se multiplica hasta el punto en que ya no sólo es un asunto sensorial y abstracto.
Cuando alcanza su punto más alto, el placer convertido en orgasmo, puede olerse, escucharse e incluso saborearse.
El punto es saber aterrizar nuestros cuerpos para que, aunque sea por un par de segundos, se pueda conocer todos los elementos que componen el placer. Por increíble que parezca, en una fracción de segundo todo nuestro cuerpo se crispa y comienza a comprimirse como si éste quisiera hacerse mucho más pequeño hasta que las sensaciones dentro de él estallen y se conviertan en el principio de todo lo que alguna vez identificamos con el adjetivo de la belleza.
Quizá llegar a comprender el placer por completo es un sueño que parece imposible; pero como ocurre con todas las utopías, su imposibilidad de existir no está en la perfección de éstas, sino en que siempre aspiramos a ellas como una especie de construcción única y uniforme, mas nunca ponemos atención en las partes que lo componen y hacen de estas ciudades o momentos la indiscutible imagen de la excelencia que no da lugar a errores.
Al igual que Tomas Moro en su libro Utopía de 1516 expone que para llegar a la perfección absoluta hay poner a todo en absoluta armonía, el artista Wanjin GIM expresa esa excelencia sobre cientos de papeles que nos recuerdan que no se puede comprender un concepto tan complejo en un espacio tan limitado como el de una hoja o la pantalla brillante de un celular o una computadora.
Para llegar al éxtasis, un cuerpo se parte y cada uno de sus fragmentos representa una fracción específica del placer que recorre el cuerpo de un hombre cuando éste se enfrenta al orgasmo.
Siendo a veces su propio modelo, Wanjin sabe exactamente qué posición toma su cuerpo y cómo reacciona ante diferentes estímulos; incluso podría decirnos en cuántas partes exactas se parte para llegar al orgasmo, pero prefiere insinuarlo sobre el papel utilizando líneas sutiles pero de colores cargados y llenos de una pasión que entra por la mirada y se propaga hasta lo más profundo de nuestro ser, convenciéndonos de que el placer existe, sólo hace falta que salga a relucir.
No importa que cuerpos incompletos sean los que aparecen en cada una de estas imágenes; de hecho, es una gran ventaja que se presenten así ante nuestros ojos, pues ésta es una posibilidad para que nos encontremos a nosotros mismos en estas pinturas y las completemos con cada una de las fases que mejor nos represente.
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Si quieres ver más ilustraciones como estas, puedes hacerlo en el Instagram de Wanjin Gim.