Imagina que vas caminando por la calle, que estás sentada / o en algún transporte público o en la banca de algún parque, mientras miras distraídamente el panorama, tus ojos encuentran a dos hombres besándose… ¿Cómo reaccionas? ¿Cuál es tu primer pensamiento? ¿Cuál es tu primera expresión, tu primer gesto?
¿Acaso sonríes? ¿Volteas la vista porque te parece repulsivo o simplemente incómodo? ¿O es como ver a cualquier pareja besándose? Ahora recuerda tu contexto actual; tu presente, tu entorno, tu realidad, tu ubicación geográfica. Parecen muchas cosas a considerar, pero en realidad no somos conscientes de ninguna de ellas, nuestra primera reacción es instintiva y, lamentablemente, no siempre la más favorable.
Ahora imagina lo que sucedía un siglo atrás; nada bonito, créenos. Sin embargo, hubo ciertos personajes históricos y culturales que se permitieron ser ellos mismos (con sus conveniencias, claro), que se dieron la licencia de pintar, grabar, escribir sobre los gustos “anormales” que inquietaban su espíritu. Uno de ellos fue el escritor Salvador Novo, quien en sus letras dejó bastante claro aquello que le hacía vibrar, que no era el cuerpo delicado y fragante de una mujer, sino la rudeza y firmeza de una anatomía masculina:
“Este perfume”
Este perfume intenso de tu carne
no es nada más que el mundo que desplazan y mueven los globos azules de tus ojos
y la tierra y los ríos azules de las venas que aprisionan tus brazos.
Hay todas las redondas naranjas en tu beso de angustia
sacrificado al borde de un huerto en que la vida se suspendió por todos los siglos de la mía.
Qué remoto era el aire infinito que llenó nuestros pechos.
Te arranqué de la tierra por las raíces ebrias de tus manos
y te he bebido todo, ¡oh fruto perfecto y delicioso!
Ya siempre cuando el sol palpe mi carne
he de sentir el rudo contacto de la tuya
nacida en la frescura de una alba inesperada,
nutrida en la caricia de tus ríos claros y puros como tu abrazo,
vuelta dulce en el viento que en las tardes
viene de las montañas a tu aliento,
madurada en el sol de tus dieciocho años,
cálida para mí que la esperaba…
A veces exorcizaba sus demonios de la manera más tierna, otras, para ahogar el deseo, le ponía un poco de humor a su poesía:
Soneto Pienso, mi amor…
Pienso, mi amor, en ti todas las horas
del insomnio tenaz en que me abraso;
quiero tus ojos, busco tu regazo
y escucho tus palabras seductoras.
Digo tu nombre en sílabas sonoras,
oigo el marcial acento de tu paso,
te abro mi pecho —y el falaz abrazo
humedece en mis ojos las auroras.
Está mi lecho lánguido y sombrío
porque me faltas tú, sol de mi antojo,
ángel por cuyo beso desvarío.
Miro la vida con mortal enojo,
y todo esto me pasa, dueño mío,
porque hace una semana que no cojo
Es imposible saber el impacto que tuvieron, a ciencia cierta, las acciones de figuras como Salvador Novo. Sin embargo, si ahora tu primera reacción al ver a dos hombres besándose es una sonrisa o la mera indiferencia, significa que hemos avanzado, que hemos aceptado el amor en todas sus formas y manifestaciones, sin juzgarlo, sin condenarlo.
Queer Habibi, autor de estas ilustraciones, ha plasmado con una paleta de colores discreta y fría los sentimientos y relaciones entre dos hombres, tan normales y románticas como cualquiera. Si quieres conocer más de su trabajo visita su Instagram.
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