¿El concepto de hermosura de verdad está completamente distorsionado?
En momentos que se hace un llamado a eliminar la superficialidad de nuestras vidas se señala que en realidad somos de una misma especie, que somos iguales y que la belleza está en todos nosotros, pero la verdad es que eso no es cierto. Durante mucho tiempo se ha establecido que entendemos algo como hermoso debido a los “estándares” que han creado los medios y eso es una enorme mentira. Dentro de nuestra naturaleza existe una percepción de lo que es bello y nace a partir de nuestra reacción al entorno, pero gracias a nuestra evolución intelectual tenemos el placer de encontrar lo hermoso en niveles mucho más profundos que la simple fachada que nos ofrece el universo tangible.
Por la naturaleza evolutiva es común que los individuos tengan distintas reacciones ante los estímulos visuales. Hay algo detrás de cómo identificamos a personas “atractivas”. La simetría ósea y la nitidez física que hace referencia a un estado normal y saludable intervienen para que algo sea considerado hermoso, mientras que los dientes chuecos, rostros tensos y piel reseca son percibidos como desagradables para la vista.
Es inevitable, algunos nacemos con rostros “hermosos” y otros no, pero gracias a nuestro intelecto podemos ver mucho más allá y encontrar la belleza en otro tipo de elementos. Las ilustraciones de Laura Callaghan son un ejemplo claro de esto. Para que alguien –en especial las mujeres por cómo han sido tratadas por su físico a lo largo de los años– se pueda sentir “hermosa” tiene que contemplar más allá de lo que todos podemos advertir a simple vista y usar su entorno como cualquier otro individuo.
Laura Callaghan se enfoca a un tipo muy específico de belleza femenina, el que permite una libertad seductora. Con miradas molestas y hostiles, rasgos lejos de ser considerados “simétricos” y con una actitud dura, retrata la belleza de apoderarse del mundo en el que habitan. La condición explícita de sus personajes invita a una intimidad donde no existe el pudor y la atracción se convierte más indirecta.
El manejo de color en estas obras creadas con estilógrafos, tinta india y acuarelas evoca al espacio personal de sus figuras; son una extensión de ellas y revela esa profundidad. Aunque las mujeres no parezcan “hermosas” lo son, por su entorno, contexto y libertad corporal. Su regreso a lo “básico” con una actitud ligeramente primitiva accede a un lado más escondido de nuestro cerebro que se ha visto reducido por la evolución.
Callaghan se abstiene de usar a la típica “chica blanca” en sus ilustraciones. En cambio le proporciona un par de ojos escépticos a sus mujeres. Si observamos con detenimiento, existe una negación ante todo lo que se les presenta a su alrededor y esa mezcla entre nihilismo y confusión crean esa relación con nuestra realidad actual y demuestran que nuestra propia complejidad como individuos puede hacer sentir hermosos.
Todo está iluminado y la mayoría de las personas tienen ese brillo dentro, una maravilla envuelta en capas distintas. Las imágenes tienen que ser vistas por cualquier mujer que no se sienta hermosa porque sirve como un recordatorio que nuestra propia libertad nos puede proveer de ese sentimiento, recordar que en nuestra propia rareza asimétrica y ajena al mundo hay una hermosura muy específica de cada uno de nosotros.
Laura Callaghan se divierte con los distintos conceptos, juega con la abstracción, el manejo de color y experimenta con nuestra percepción de lo atractivo. Visualmente llama mediante el contexto del color y la postura de sus figuras, pero mantiene presente ese elemento ajeno a lo bello. El resultado es increíble y da un paso más profundo dentro de nuestra psique y lo que de verdad consideramos “hermoso”.
Puedes ver más del trabajo de la artista en LauraCallaghanIllustration.com