Aunque parezca un idea absurda, hay quienes piensan que los videojuegos, lejos de ser una distracción insana, nos preparan para la vida; sus historias y reflexiones a las que nos someten aceleran nuestros procesos mentales ante el peligro constante del game over. Además, estos juegos simulan dilemas morales y emocionales a los que cada jugador debe enfrentarse para continuar con el curso de la historia. Las gráficas son lo de menos, cada personaje tiene algo bajo la manga que podría hacernos más nobles o, por lo menos, ayudarnos a entender mejor las cosas.
Muchos crecimos conduciendo a un simpático fontanero de ocho bits a través de mundos llenos de hongos malvados y obstáculos interminables. “Mario Bros” podría parecer uno de los juegos más sencillos de todos los tiempos y aún así nos da una lección increíblemente valiosa: enfrentarnos solos al una realidad implica librar una batalla con nuestros propios demonios y la victoria sólo depende de nuestra capacidad para superar los problemas que se nos van presentando en cada una de las etapas de la vida.
Vencer una sensación tan agobiante como la soledad es uno de los procesos más difíciles a los que puede someterse cualquier persona. No importa si está en un lugar abierto o cerrado, esta viene a atacarnos; incluso cuando hay personas alrededor. De hecho, sentirnos solos aún cuando estamos rodeados de gente es peor aún, porque esto significa que consideramos que no pertenecemos a ningún grupo. Es decir, nos asumimos como bichos raros en un mundo lleno de entidades ajenas a nuestro pensamiento.
Otra forma de ejemplificar este sentimiento es a través de las ilustraciones de Ana Galvañ, artista madrileña que con un toque humorístico retrata las consecuencias de sentirse aislado de todo, aún estando dentro de una sociedad que se empeña en “incluirnos”. La realidad es que todo y todos los que nos rodean no tienen ni la menor idea de lo que queremos, por lo tanto, nada nos ayuda a olvidarnos de nuestra soledad por completo.
Los trazos de Galvañ no son las típicas y sombrías figuras deprimidas con miradas ausentes y temerosas. A diferencia de otros artistas, sus ilustraciones pretenden retratar el abandono o la sensación de soledad a partir de la ironía y la ridiculización. La ilustradora llena sus imágenes con colores vivos que contrastan con su melancólico significado.
Estos dibujos sirven como una reflexión a través de la que podemos identificarnos o descubrimos como seres de baja autoestima, incompletos y vacíos. Incluso para un megalómano no es fácil entender sus propios pensamientos, ni resolver su soledad, saberse único no lo exime de sentirse solo.
Quienes no saben controlar esta sensación de vacío se ven inmersos en un mar de problemas relacionados con la inestabilidad emocional, la ansiedad y la depresión. Tanto, que más que cualquier otra cosa, desean que alguien les regale un manual de cómo existir en este mundo sin sufrir.
Ana Galvañ no es la única artista que ha prestado su arte para ser la voz de quienes sufren algún problema sentimental o psicológico; aquí puedes conocer a la ilustradora que retrata el horror de padecer un trastorno mental, cuyos trabajos bien podrían ser retratos de lo cansada, consumida y saturada que está nuestra humanidad.
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Si quieres saber más acerca del trabajo de esta artista, puedes visitar su página web o su perfil en Facebook. En ellos también podrás enterarte de todos los proyectos en los que colabora.