«El que los pueblos de la Tierra no se hallasen preparados para afrontar la llegada de los marcianos fue exclusivamente culpa suya. Debieron haber prestado mayor atención a la advertencia que supusieron los sucesos del siglo anterior y, en especial, los de las precedentes décadas.
En cierto modo, se puede considerar que tal advertencia databa de mucho tiempo atrás, ya que desde que asentó la opción de que la Tierra no era el centro del Universo, sino sólo uno más entre los varios planetas que giraban alrededor del Sol, los hombres han especulado sobre si los demás planetas no estarían también habitados. Sin embargo, tales especulaciones habían permanecido siempre en un plano puramente filosófico, tal como ocurre con las especulaciones sobre el sexo de los ángeles o sobre si fue antes el huevo o la gallina».
Éstas son las líneas introductorias de la novela de ciencia ficción Marciano, vete a casa, del autor satírico Fredric Brown. No hace falta contar la trama puesto que el texto inicial y el título lo dicen casi todo. Lo que cabe resaltar y lo que será el eje central del presente texto es la preocupación que diversos artistas de diferentes disciplinas han manifestado ante la posibilidad del encuentro entre humanos y alienígenas. El ilustrador italiano Marco Melgrati es uno de ellos y lo plasma en esta serie de imágenes donde se retrata la penosa situación que los humanos pasarían en caso de que cayeran en manos extraterrestres.
¡Familias enteras puestas en exhibición en zoológicos para goce de los humanoides!
¡Hombres, mujeres y niños son las nuevas bestias de los zoológicos extraterrestres!
¡Secuestrados y humillados tras las rejas por alienígenas!
Los anteriores podrían ser los encabezados de periódicos amarillistas que contarán la nueva realidad de los humanos dominados por hombrecitos de baja estatura pero más evolucionados. Ser dominados por una especie ajena en suelo propio es una de las situaciones de más pena y vergüenza que cualquier civilización podría experimentar en su historia.
Ahora la situación se podría revertir: ¿qué pasaría si una raza espacial sanguinaria se topara con astronautas terrícolas en su propio planeta y los secuestrara? Podrían tratarlos como esclavos, hacer experimentos con ellos o matarlos y hacer objetos de decoración con sus cuerpos. ¿Un tapete con el cuerpo de un astronauta? Un lindo objeto para un extraterrestre adicto al vino tinto que gusta de quedarse un sábado en casa para relajarse. Esto no tendría por qué ser causa de espanto entre los humanos ya que nosotros hacemos lo mismo con otras especies vivas que habitan en la Tierra.
A ojos de los extraterrestres, la especie humana es digna para un buen safari. Ese tamaño voluminoso, pesado, casi mastodóntico, es ideal para probar sus habilidades guerreras y el tiro al blanco. Para los humanos no hay escapatoria ante estos hombrecitos de aspecto, aparentemente, insignificante. Se ha cometido un terrible error al considerarlos inferiores. Su capacidad física y cerebral sólo denotan la triste realidad del ser humano: éste es un ser débil y destinado a sufrir un deprimente y asqueroso final.
La relación entre seres de otras galaxias y los humanos es más larga de lo que se cree. La mayoría seguramente recordará la cinta 2001: Odisea del espacio y el monolito negro que aparece en varias etapas de la cinta y la historia de la humanidad. Bien, pues la evolución de ese monolito ha dado un salto adelante: ya no es negro ni tiene dimensiones gigantescas y mucho menos es atemorizante. Ahora es pequeño, cabe en el bolsillo de un pantalón y la humanidad lo lleva consigo todo el tiempo. Para muchos es casi imposible vivir sin él. Se llama teléfono celular y se le venera como si tuviera consigo el mundo entero, metido en sus miles de conexiones.
El ser humano, con sus naves espaciales, cohetes a propulsión y estaciones que sobrevuelan la Tierra y otros planetas, se cree dueño del Universo. Bien… pues es porque nunca se ha enfrentado a la realidad de lo que existe fuera de sus límites mentales. Allá en el exterior, en algún lugar del monstruoso espacio sideral, hay unos tentáculos de dimensiones colosales que aguardan para apresar y devorar al incauto astronauta que se atreva a salir de su nave. La osadía de creerse amo y señor de lo desconocido se paga caro.
Con mucho humor, pero también de manera un tanto desesperanzada, Marco Melgrati ha confeccionado una obra que nos muestra a una humanidad vulnerable y carente de recursos para frenar una invasión extraterrestre o el desafortunado encuentro con ella en otro lugar del Universo. El resto de sus ilustraciones tienen una fuerte carga de crítica social hacia diversos temas de la sociedad que se asientan como correctos pero que la han vuelto alienada y corrupta como el dinero, la guerra, las redes sociales y el capitalismo. Conoce el resto de su obra en este enlace.
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Un viaje al espacio o una invasión extraterrestre parecen historias sacadas de lo que viviste en tu primer viaje ácido. Sin embargo, allá afuera hay miles de misterios que no comprendemos a pesar de que nos hemos aproximado un poco a ello gracias a las 14 ideas básicas que aprendimos viendo Cosmos de Carl Sagan.