Porque soy libre. Porque quiero estar contigo. Porque me gusta mi cuerpo y sé que a veces me miras de reojo. Porque te gusta cómo camino. Porque te gustan mis piernas cuando se mecen sobre el vacío. Porque quiero que con una sola mirada vengas a arrancarme toda la ropa. Porque si te pasas voy a morderte hasta que aprendas. Porque piensas que soy fuerte. Porque quieres protegerme y que te proteja. Porque te gusta más el color de mis labios que el de mi labial; por todo esto quiero que mi fantasía más grande seas tú. Aquella en la que no me daría miedo existir, al contrario, querría estar allí para siempre.
Me alejo de todo lo físico por ahora, cuidemos de nosotros dos y soñemos; llegaremos al sexo algún día. Será salvaje pero lindo, suave y con la fuerza de todo lo que algún día quisimos explorar el uno del otro. Nos sentiremos inmensos en el pequeño espacio de una cama que rechina como si quisiera vencerse, pero hasta ella sabrá que debe de resistir en pos de todo lo que sentimos y aguantará por decencia y porque está deseosa de vernos triunfar.
¿Cuál es tu fantasía. ¿Estoy en ella? No importa si me diste un rostro o un cuerpo distintos, vivo en mi nombre y mientras tú lo repitas, yo seguiré existiendo en tus pensamientos y en tu corazón. Vaya que eso me hará sentir viva, lista para continuar a tu lado y escribir esa historia con la que ambos estaremos conformes, hasta el final de los tiempos. No, no hablo de ese sito absurdo al que todos se refieren como eternidad, sino a ese breve instante en la cama: el orgasmo. Morir y nacer de nuevo, la única cosa en este mundo que nos recuerda que es posible hablar de la reencarnación. A ese sitio es a donde quiero llegar contigo, al lugar del que todos los escépticos se burlan y al que todos los religiosos aspiran; hazme llegar, pero llévame en tus brazos.
Ven y hazme venirme; tengamos ese amor recíproco que, dicen algunos, ya ni siquiera existe o sólo es cosa de cuentos de hadas. Déjame verte sumiso, frágil. Muéstrate como lo que eres, humano y con todos los errores del mundo. Estando desnudo ya no tienes nada que esconder; ahora lo conozco todo y eso es justo lo que voy a tomar de ti. Sólo espero que tú también lo hagas y tomes de mí todo eso que necesites; para que dejes un poco para la lucha que llevo contra todo lo que me hace daño, incluyéndome a mí misma. Porque soy de esas personas que se dañan sin darse cuenta. Quiero ser tuya, aunque necesito también ser mía.
Esas son mis fantasías, son tuyas porque tú las hiciste aparecer en mis pensamientos. La manera en que me miras y me tocas son ya parte de mis pensamientos recurrentes y de lo que espero recibir cada mañana. Déjame llegar a todo ello, que yo sabré recompensártelo con la ternura de un suspiro y con todo el dolor que te causan mis uñas marcando tu espalda; lo sabes, todo este tiempo he sido tuya y tú ni te has dado cuenta. Ven por fin a reclamarme que todo es tuyo, mis besos, mi alma y lo que está en medio de mis piernas.
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Todas las ilustraciones pertenecen a Sophie Brampton. Si quieres seguir de cerca su trabajo, no olvides seguirla en Instagram.