Los amantes más apasionados pueden entregar su vida entera por el otro, pero también son capaces de matar por amor.
¿Cuál es la diferencia entre amar algo y amar tanto que se le sofoca?, preguntó Jill Magid. Ella es la artista que con el objetivo de rescatar el legado de Luis Barragán, convirtió las cenizas del arquitecto en un diamante para intercambiarlo por el archivo de su obra. “La propuesta”, nombre de esta joya, causó una revolución entre los que opinan que es una blasfemia utilizar los restos de un muerto para crear un objeto de semejante valor y los que apoyan la iniciativa de Magid, quien ha aclarado varias veces que no se trata de lucrar con el anillo Barragán, sino de recuperar lo que le robaron a México.
Anillo Barragán en la exhibición de Jill Magid
Esta guerra entre artistas, conocedores y fanáticos comenzó desde que, en 1988, una eminencia de la arquitectura en México falleció. Cuando Luis Barragán murió sus residencias privadas y obras públicas, afortunadamente, se quedaron en México y Guadalajara. Sin embargo, una gran parte de su archivo profesional, así como los derechos de autor de diseños e imágenes pertenecientes a su obra, cayeron y se quedaron en las manos de una sola persona a miles de kilómetros de distancia del país.
Eso sucedió porque la viuda de Barragán decidió, equivocadamente, vender este tesoro a Rolf Fehlbaum –presidente de la compañía mueblera internacional y museo del diseño “Vitra”–. Desde 1994 él se convirtió en el dueño absoluto del archivo Barragán, para después regalárselo a su prometida, una experta en arquitectura que no dejaría que el legado del arquitecto volviera a ver la luz del día.
“Vitra”, Compañía Mueblera de Rolf Fehlbaum, en Suiza
Federica Zanco es la eterna y desquiciada enamorada del legado de Barragán, pues desde entonces se ha encargado de que estas piezas y documentos no salgan de Basilea, Suiza. El hecho ha consternado a México y, sobre todo, a la comunidad artística, quienes no conciben que Zanco haya decidido excluir a los mexicanos de la apreciación y el estudio de la colección del arquitecto.
Sillas creadas por Luis Barragán
Afortunadamente y gracias a mujeres como Jill Magid –otra enamorada del trabajo de Barragán a quien sí le importa y preocupa compartir el legado del ganador del Premio Pritzker– podemos acercarnos, aunque sea de manera indirecta, al archivo de Barragán. “Una carta siempre llega a su destino: los archivos Barragán” es el nombre de la exhibición alojada en el Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC), donde está expuesto el anillo con el diamante creado a partir de las cenizas del arquitecto mexicano. Las piezas que Jill incluye en su montaje nos ayudan a entender de manera visual, textual y artística la obra del arquitecto, así como la problemática que rodea su legado.
Jill Magid
“Una carta siempre llega a su destino: los archivos Barragán”
Esta exposición nos hace sentir casi como infiltrados, pues los muebles presentados están cubiertos con mantas, ya que Zanco es la única con el permiso y derecho de admirados, poseerlos y –si así lo quiere– comercializarlos; además, como espectador es imposible saber si los objetos en el MUAC son los originales o sólo una interpretación de los mismos. De igual manera sucede con las fotografías de las creaciones de Barragán, la cuales la expositora, Jill Magid, tuvo que tomar desde las páginas de un libro para después enmarcarlas y exponerlas; pues las inéditas forman parte del archivo que Fehlbaum le regaló a su esposa. Esta polémica, disruptiva y, hasta cierto punto, indignante exhibición evidencia el hecho de que desde 1955 la Fundación Barragán –inaugurada por Federica Zanco, en Suiza– es dueña absoluta del archivo profesional, los derechos de su nombre, la obra y fotografías del arquitecto.
Casa Luis Barragán
Así que, por más que lo intentes y aunque viajes a Suiza, jamás podrás conocer y mucho menos tener los muebles que el arquitecto construyó. Federica Zanco los mantienen bajo llave dentro de la Fundación, inclusive, está prohibido replicar tanto los muebles como las fotografías de estos. Por lo que lo único que se ha logrado es interpretarlos; es decir, fabricar objetos similares con algunas modificaciones, así como tomar fotografías de la imágenes originales, más no reproducirlas a partir de las legítimas.
Las fotografías que ilustran este artículo fueron tomadas en la Casa Luis Barragán de la CDMX, pues Zanco es quien posee los derechos de las imágenes y piezas que mencionamos aquí, por lo que es imposible publicarlas. Lo importante es mencionar que gracias a la instalación de Jill Magid y la atención que han puesto tanto el museo como la UNAM en la situación respecto a los derechos sobre la obra y el archivo de Barragán, se ha logrado difundir la problemática entre el espectador de su trabajo y los admiradores de su legado. Así que, tal vez, en algún momento Zanco acepte el intercambio del archivo que le pertenece a México, por el anillo que guarda parte de la esencia de Barragán.
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Imágenes
Galería Labor
Casa Luis Barragán
Referencias
Archdaily
El Financiero
La Jornada