La mujer es dualidad e incertidumbre. Es todo lo que escapa. Y nadie entiende mejor esto que Gloria Pizzilli, una ilustradora de origen italiano cuyas raíces alemanas y orientales le permiten estructurar una visión femenina a partir de dos (o más) estereotipos de mujer.
La mujer retratada por Pizzilli es:
Oscuridad que guarda rayos de luz.
Suavidad que esconde geometría.
Inocencia que dirige al peligro.
Calma que se transforma en caos.
Energía que se alimenta de reposos.
Pizzilli nació en 1983 en la ciudad toscana de Prato, cerca de Florencia; fue introducida al mundo del dibujo por su padre, quien había trabajado como dibujante antes de que ella naciera. Fue así cuando todo ocurrió; sin embargo, Gloria no pretendía seguir los cánones de la cultura en que estaba inserta ni a obedecer los parámetros impuestos a su género. En una entrevista que concedió a Communication Arts, ella dice que nunca quiso dibujar a Barbie, al contrario, siempre trató de distorsionar o poner algunas exageraciones en las caras y generar su propio lenguaje, sus propias reglas.
Las mujeres en estas ilustraciones:
son místicas, mas no por ello erotizadas sin sentido.
Guardan misterio, pero no para no excitar a nadie más.
Se hacen oxímoron en su propia belleza.
Son la ironía de todo lo que hemos inventado como femenino.
En la entrevista realizada por Bonnie Smetts, cuando se le preguntó sobre otras influencias o puntos de partida para su trabajo, Pizzilli mencionó lo afortunada que había sido al ser educada bajo los consejos de su padre y no en los mismos términos que otros artistas. Durante su adolescencia, cuando los jóvenes italianos deben escoger un área de aprendizaje para sus futuras carreras, Gloria eligió el área de matemáticas; enfocando su escuela por muchos años en el estudio de la geometría y los números. Ambas, herramientas indispensables en el trabajo que hace hoy; si bien artístico, plagado de simetrías, cálculos, proporciones y estrategias que pocos diseñadores se pueden jactar de tener.
Las mujeres de Pizzilli:
no son humanos comunes y corrientes.
Son muestra de la dualidad y la proporción en todo sentido.
Aparecen en la desmedida y no por ello lejos de la justa disposición.
Son la sensualidad en lo rígido, en lo verdaderamente fuerte.
Gloria Pizzilli nos muestra constantemente mil y un nuevas formas de entender a Eva y las vías cromáticas para cambiar los paradigmas de su representación, aceptación y placer. Pizzilli construye sus dibujos digitales con texturas y formas que se sienten táctiles, casi afuera de las pantallas, concentrándose en un erotismo bastante peculiar que incita a pensar demasiado lo que se está viendo y a buscar los lindes más oscuros del cuerpo o las líneas más luminosas del afecto.