En Zagreb, Croacia, cualquiera puede tener una exposición de museo sin la necesidad de ser un gran artista, el único requisito es haber fracasado en una relación amorosa.
El Museo de las relaciones rotas nace a partir de varias exposiciones temporales que realizaron sus creadores Olinka Vistica y Drazen Grubisic en 2006, en las que se mostraba, a través de los objetos, cómo las relaciones humanas se pueden convertir en ruinas, y tiene como fin ayudar a todos aquellos que padecen de un corazón roto a salir adelante a través de la creatividad y donando los objetos más simbólicos de la pareja a la colección del museo. Al principio los objetos eran donados por amigos cercanos, poco a poco fue ganando fama hasta que se convirtió en una exposición permanente, cuyo modelo está siendo replicado en varios sitios del mundo.
El éxito del museo se atribuye a la necesidad que tenemos de sepultar el legado de algo que nos costó tanto tiempo construir en un ritual solemne, pues al igual que una persona, el amor nace, crece y muere, y tiene el derecho de ser despedido de una manera digna. Es así como el espectador logra involucrarse en un nivel emocional y empático con los objetos, más allá de encontrar en ellos un valor estético.
Algunos de los objetos que se pueden encontrar en este lugar son: un hacha que se usó para destruir los muebles de un examante, un vestido de novia y un caballo de cristal que un esposo le compró a su mujer en Venecia. Cada uno de los objetos va acompañado de su anécdota correspondiente, y así deja ser un objeto para convertirse en una nostalgia, una melancolía o un desprecio, en un mundo de ruinas.
Por otro lado, la exposición incita al público a reflexionar acerca del valor sentimental que le atribuimos a los objetos materiales, de la carga simbólica que llevan en contextos específicos, y la manera en que nuestro bienestar llega a depender de ellos. El dolor de una ruptura amorosa se tiene que experimentar en carne propia para poder comprender su verdadero significado, no es algo que te puedan advertir para evitar vivirlo. Es el tormento que compartimos casi todos los seres humanos.