La joya más maravillosa en la historia de la arquitectura
versus
La polémica y agresiva obra de un arquitecto radical
Esas son las dos posturas desde las que se califica, admira u odia la casa que Frank Lloyd Wright construyó sobre una cascada. Esta leyenda de la arquitectura no fue la única pieza controversial del estadounidense, pero sí la que marcó su carrera (para bien y para mal).
El 16 de octubre de 1956, Wright dio una conferencia de prensa en Chicago para revelar su próximo proyecto: la Mila Illinois, un rascacielos con una altura que cuadriplicaba la del Empire State. Este rascacielos jamás se edificó, pero la intención de deslumbrar al mundo con una de sus piezas nunca cesó.
Justo a la mitad de la construcción del Museo Guggenheim –otro proyecto de este arquitecto– sobre la Quinta Avenida de Manhattan, de la mente de Wright surgió la idea más desafiante de su carrera: la creación de una casa sobre una cascada en medio del bosque. El plan de construir un espacio del que pareciera surgir una caída de agua entre la vegetación era, además de arriesgado y polémico; muy inteligente y adelantado a su época.
Wright, además de ser maestro del sarcasmo, parecía estar obsesionado con la fama y el prestigio. De hecho, ese fue uno de los principales motivos –además de su desprecio por la ciudad– para construir esta obra en medio de un ambiente que parecía imposible adaptarse a lo que él tenía en mente.
Sin embargo, la edificación de la “Casa de la Cascada” se llevó a cabo hasta terminarla. La espectacular vivienda la ocupó el matrimonio entre Edgar Kaufmann y Liliane, mismos que llamaron a Wright en varias ocasiones para quejarse de las goteras y la filtración de agua. Lo único que el arquitecto respondía ante eso era: “muevan los muebles”. Esa acidez caracterizó, no sólo a la personalidad de este maestro, sino al diseño de varias viviendas estadounidenses creadas por él; mismas que le dieron una fama mundial.
La Casa de la Cascada impulsó su carrera a mediados de los años 30: el momento exacto para colocarse como un innovador de la arquitectura moderna, pues Bauhaus, Le Corbusier y Mies van der Rohe le pisaban los talones. A pesar de ello, la construcción de Wright sobre esta joya natural se convirtió en la mejor obra y, al mismo tiempo, en la más controversial de la arquitectura.
¿Por qué la Casa de la Cascada no debió haberse construido jamás?
Cuando ésta se terminó una maravilla natural había sido claramente intervenida, convirtiéndola en un accesorio más de una pieza arquitectónica protagonista. La roca sobre la que se había asentado la construcción se elevaba dentro de la sala de estar y –con el objetivo de vivir en la cascada y no frente a ella– Wright interrumpió el crecimiento de los árboles, la posición de las rocas y el flujo del mismo río. Estas intervenciones han sido calificadas por varios como un atropello contra la naturaleza, aunque para otros se trató de la idea más extraordinaria en la historia de la arquitectura.
La Casa de la Cascada comenzó como un sueño que– sorprendentemente– pudo materializarse. Pero el idilio de fusionarse con la naturaleza no duró mucho, la parte frente al río comenzó a hundirse tan pronto como se eliminó el hormigón de los cimientos, la humedad se filtró hasta dejar grandes cantidades de moho a su paso y las luces del techo comenzaran a gotear.
Aún así, la esposa del comprador de la casa –Liliane– llegó a apreciar cada uno de los defectos de su hogar como una muestra de indiscutible belleza. «(…)un árbol con ramas desnudas entrelazadas, ¡que sustituto de cortinas más que satisfactorio!», le escribió Liliane a Wright en una carta. A pesar de estar enamorada de las paredes de ese lugar, ella se suicidó dentro de la casa en 1952.
La Casa de la Cascada fue, sin duda alguna, la propuesta más innovadora de ese momento, pero también se convirtió en un estigma con el que Wight tuvo que cargar toda su vida. Hoy la residencia vale 2.7 millones de dólares, aproximadamente; misma que para muchos nunca debió haberse construido, pues además de sus fallos el costo de restauración ascendió a los 11 millones de dólares y eso no eximía a la estructura de colapsar.
Es verdad, la Casa de la Cascada fue un proyecto que pecó de arriesgado y ambicioso, pero eso no evita que la creación de Wright se haya convertido en una joya de belleza trascendental.
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Fuentes
BBC
La Tercera
